sábado, 24 de noviembre de 2012

Todo pasa por algo

Hay al menos dos condiciones que llevan a una persona a decir aquello tan socorrido de "todo pasa por algo". La primera es que crea que, en realidad, la concatenación de experiencias negativas siempre acaba conduciéndonos a otra positiva que compensa el sufrimiento padecido. Otra vez la moral judeocristiana convertida en ética moderna para gustar y convencer a todos. La segunda, bastante más prosaica y también un poco más científica, tendría que ver con el principio de que toda acción produce una reacción. Muchas veces nos asombramos de que determinadas cosas sucedan cuando, en realidad, son la consecuencia última de toda una serie de actos que, inevitablemente, llevan al mismo fin. Es muy probable que nuestro subconsciente se de cuenta, pero nuestro consciente, ocupado normalmente en cosas mundanas, se empeña en abrazar la explicación más sencilla: "todo pasa por algo". Pues sí, probablemente por algo que yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos provocamos.
La primera de las opciones es demasiado fatalista a mi parecer. Como ya he dicho muchas veces, no creo que el sufrimiento lleve al paraíso sino todo lo contrario: es lo más parecido al infierno que podemos conocer y, volviendo a los principios cristianos, el infierno sería eterno, así que dígame usted qué futuro nos espera creyendo que el llanto y el dolor tienen premio. Solo el olvido del sufrimiento encierra recompensa y esa recompensa reside en el propio olvido. Perdón por las reiteraciones, pero no se me ocurre explicarlo de otro modo.
Reconozco que yo misma he dicho muchas veces eso de "todo pasa por algo", pero en el sentido de que de aquellos lodos vienen estos barros (¿o era al revés?). Obviamente, y volviendo a mi monotema, el haber votado a Aznar perpetuó y relanzó la burbuja inmobiliaria; el hacer lo mismo con Zapatero echó más leña al fuego, y el votar por el PP de nuevo trajo como consecuencia el inframundo en el que ahora nos hemos sumergido. Evidentemente, nuestros actos y los de ellos tuvieron una consecuencia. ¡Y vaya consecuencia! Pero, bueno, como, a mi entender, los defectos de la clase política moderna se remontan a los mismos orígenes de aquella nuestra Transición tan alabada, no voy a seguir por ahí.
El "todo pasa por algo" encierra un punto de resignación que no me gusta un pelo. Es como si nosotros, actores necesarios para que las cosas ocurran, no pudiéramos hacer nada para que éstas se precipiten. Y no es así. De hecho, somos los protagonistas de nuestra historia. El problema es que, a veces, no nos gustan las consecuencias de las acciones y somos demasiado cobardes para enmendar el mal que hemos causado. Preferimos dejar que la vida siga su curso y que una vuelta del destino arregle lo que nosotros no fuimos capaces de componer. Y, en ocasiones, eso sucede. Ahí entra mi segunda frase favorita: "lo que tiene que ser para ti, será para ti". Creo firmemente que si una casa, un coche, una persona, un trabajo o, incluso, un país, ha de ser para ti, lo será. Suceda lo que suceda. Pero también opino que, en el fondo, tu subconsciente está trabajando para que así sea porque sabes que, efectivamente, tu felicidad (momentánea o duradera) se encuentra precisamente escondida ahí. Se nos cruzarán muchas tentaciones por el camino, nos equivocaremos, daremos la espalda a lo que verdaderamente es nuestro complemento... pero, al final, lo alcanzaremos. El único inconveniente es esa estúpida insistencia en instalarnos en la cobardía y la mediocridad, pensando que algo es demasiado bueno para que nosotros lo disfrutemos y dejándolo ir a las primeras de cambio. Si algo muy bueno se acerca a ti, a lo mejor es porque una parte de ti lo merece y lo ha buscado. Y quizás, solo quizás, tendrías que preocuparte por desarrollar más esa parte y soltar el resto de lastre que te sobra y que te impide alcanzar lo que de verdad, aunque a lo mejor no seas capaz de reconocerlo ante la galería, deseas internamente.
El problema de este planteamiento, que es muy bonito escrito pero bastante complicado de llevar a la práctica en casa, es que lo que es para nosotros, es para nosotros, pero lo que no es, nunca lo será. Y también gracias al mismo principio: en el fondo de nuestro ser, allá donde las células más extravagantes se reúnen para debatir las últimas andanzas de los hermanos Matamoros, sabemos que aquello que nos empeñamos en perseguir no nos va a hacer feliz jamás. Y hasta que esta verdad sale por fin a la superficie, los intentos por sofocarla son muchos, cansinos, inútiles y deprimentes. De ahí que lo mejor, tal vez, sea hacer hincapié en la tercera máxima y "dejar que todo fluya". Pero incluso en el fluir de las cosas hay que entrar en el río y rescatar a la hoja que se ha quedado varada. Y siempre, de niños y de mayores, sabemos cuándo llega ese momento.


2 comentarios:

  1. Me encantó totalmente, especialmente esto: "El "todo pasa por algo" encierra un punto de resignación que no me gusta un pelo. Es como si nosotros, actores necesarios para que las cosas ocurran, no pudiéramos hacer nada para que éstas se precipiten. Y no es así. De hecho, somos los protagonistas de nuestra historia. El problema es que, a veces, no nos gustan las consecuencias de las acciones y somos demasiado cobardes para enmendar el mal que hemos causado. Preferimos dejar que la vida siga su curso y que una vuelta del destino arregle lo que nosotros no fuimos capaces de componer. Y, en ocasiones, eso sucede. Ahí entra mi segunda frase favorita: "lo que tiene que ser para ti, será para ti". Creo firmemente que si una casa, un coche, una persona, un trabajo o, incluso, un país, ha de ser para ti, lo será. Suceda lo que suceda. Pero también opino que, en el fondo, tu subconsciente está trabajando para que así sea porque sabes que, efectivamente, tu felicidad (momentánea o duradera) se encuentra precisamente escondida ahí. Se nos cruzarán muchas tentaciones por el camino, nos equivocaremos, daremos la espalda a lo que verdaderamente es nuestro complemento... pero, al final, lo alcanzaremos. El único inconveniente es esa estúpida insistencia en instalarnos en la cobardía y la mediocridad, pensando que algo es demasiado bueno para que nosotros lo disfrutemos y dejándolo ir a las primeras de cambio. Si algo muy bueno se acerca a ti, a lo mejor es porque una parte de ti lo merece y lo ha buscado. Y quizás, solo quizás, tendrías que preocuparte por desarrollar más esa parte y soltar el resto de lastre que te sobra y que te impide alcanzar lo que de verdad, aunque a lo mejor no seas capaz de reconocerlo ante la galería, deseas internamente."
    Me ha llegado al corazón, muchas gracias por escribirlo, es justamente lo que necesitaba.

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    1. Gracias a ti por leerlo!! Y también por entenderme...

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