miércoles, 4 de abril de 2012

Very macho

Cuentan que en el reality Gran Hermano ha recalado un hombre como los de antes, de los que se visten por los pies. Al parecer, el interfecto, novio de una de las concursantes, ha contado con el beneplácito de la audiencia votante, que lo ha elevado a los altares de la cosa mediática encerrándolo en ese antro de perdición televisivo en compañía de su pareja, con la que convivía antes de que ella entrar en la famosa casa. La historia, que parecía concebida para que Cenicienta se reuniera con su príncipe, ha acabado precisamente en eso: demostrando al público afín al formato que la chica ejercía de Cenicienta con su señor y que, a lo mejor, solo a lo mejor, ya no está dispuesta a seguir sacándole brillo a la plata.
La protagonista de este cuento al revés ha descubierto que el mundo va más allá de su pueblo, de su novio y de la familia de éste. Que una mujer no se "tuerce" si tiene amigos, que puede mantener una conversación con otro hombre sin que éste le meta mano o algo más y que la mejor vida posible no solo consiste en tener a su hombre alimentado, limpio y bien servido. Y que me perdone Gallardón, porque en este párrafo ya debo de haber soltado varias frases en perversa contradicción con su hermosa teoría del eterno femenino. Si eso, ya me voy a la porra yo solita.
Volviendo por mis fueros, aquí el prota de semejante drama, intuyendo que su churri se le va de su cama y, sobre todo, de su cocina, le ha dado por sacar el moro que lleva dentro y casi acosarla pretendiendo muestras de cariño que ella no quiere ni puede dar porque, simplemente, se replantea si es mejor que la vida siga igual o todo lo contrario. No soy testigo directo de la historia de estos dos porque, básicamente, me toca un pie, pero sí me han llamado la atención dos comentarios que él ha soltado así, como quien no quiere la cosa: "Te vas a quedar sola" y "Nadie te va a querer como yo".
Estas son las dos estupideces más gordas que puede pronunciar un varón cuando "su" hembra anda en actitud distraída. Respecto a la primera, para empezar, el quedarse sola o acompañada es asunto de la interfecta. Una mujer tiene la capacidad y el derecho de elegir si quiere comenzar una nueva relación o no, equivocarse, acertar, caerse y levantarse. Pero es que, además, no se acaba el mundo porque una señorita decida prescindir de cancerbero masculino, sobre todo si el que encuentra en su camino pertenece al género machista y piensa que una mujer es un cero como un cogollo sin un hombre a su lado. Personalmente, creo que el refrán de "mejor solo que mal acompañado" la inventó una hembra con ganas de arrearle un sartenazo al santo que le profirió tamaña amenaza. Es como decirle "mira, majete, si de lo que se trata es de no estar con alguien como tú, juro que no vuelvo a catar varón". Lógico cuando te quemas aun antes de prender la mecha.
Respecto a la segunda floritura, la de "nadie te va a querer como yo" pues mucho que me alegro, oiga. Para ésta también se inventó la respuesta del millón: "no me quieras tanto y quiéreme mejor". Alguien tiene que decirle al lumbrera que parió semejante frase que el querer no significa poseer. Es más, el querer a una persona es dejarla vivir, relacionarse y evolucionar, y, en ocasiones, la verdadera demostración de amor consiste en permitir que una persona se aleje, porque solo así le estamos dando la posibilidad de recapacitar, saber lo que de verdad desea y volver a acercarse si procede. Mantener a tu lado a alguien atado por cadenas es casi como alimentar a la bestia; una bestia llena de rencor y reproche. Todos tenemos derecho a vivir una vida al margen de nuestra pareja pero, no sé por qué, nos empeñamos en controlar la existencia de quienes queremos como si haciéndolo tuviéramos la garantía de que aquellos a los que amamos permanecerán a nuestro lado por siempre y para siempre. No es la manera.
Cada vez me resulta más difícil entender que alguien ejerza de macho dominante con el beneplácito de la concurrencia, pero cuando lo hace un chaval de 20 años me da, directamente, repelús. Porque si es así de joven, no quiero ni pensar cómo se comportará cuando cumpla 40. Y como no soy quien para adoctrinarle sobre igualdad y otros derechos del montón, permítame al menos el principito formular un deseo: ojalá que todas las mujeres que se cruzan en su camino y se complacen de ser tratadas como una reina de su casa, tuvieran la oportunidad de ver que hay otras sendas, otras gentes y otras posibilidades y que ellas también pueden elegir de qué manera quieren concebir el amor y con quién. Entonces sabría que aquella que le quisiera lo haría de verdad, con sus virtudes, sus defectos y sus circunstancias. Suerte, campeón.

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