miércoles, 19 de junio de 2013

Números primos

Esta mañana he estado preguntando por la solución al enigma de la Infanta, las fincas y los notarios, no vaya a ser que el mundo entero haya resuelto la ecuación y yo todavía siga dándoles vueltas a la paradoja de Fermat versión desconcierto de Hacienda. Nadie me ha sabido explicar el por qué el Ministerio que más nos vigila achacó a la Infanta la supuestamente falsa venta de 13 fincas en recónditos parajes de la geografía española por un valor total de 1,4 millones de euros. Más aún cuando en cada venta intervino un registrador y un notario distintos.
Si ya es difícil que a Hacienda se le escape un euro de la declaración de la renta de cualquier español que esté debajo de la corona (conozco a quien ha recibido una carta conminándole al abono de una cantidad incluso inferior), resulta traumático pensar que al organismo que regula nuestros impuestos se le haya hecho la pica un lío atribuyendo ventas por millones de euros a quien dice no saber nada del asunto. No me extraña que los técnicos de Hacienda, los mismos que se curran el pan manejando nuestras actividades monetarias, estén que no dan crédito ante esta explosión de errores (¿o debería decir horrores?) que salpica a las cabezas pensantes de nuestro simpático Ministerio.
Aunque la mayoría de los españoles no tengamos ni idea de sobre qué va el asunto, sí nos resulta extraño que 13 notarios se hayan equivocado. Recordemos que esta figura es una de las de más lustre del clasismo español, por lo que sembrar la duda sobre sus capacidades sería algo así como descubrir que Brad Pitt se ha liado con Carmen de Mairena. Un sinvivir. Más aún cuando en el embrollo están metidos registradores de la propiedad, funcionarios que cobran una pasta gansa por estampar su firma en un vil documento. El que la Infanta aparezca implicada en semejante sainete no hace más que aumentar las sospechas de que la corona española es un nido de cuervos que nos han estado sangrando los ojos durante muchos años.
Porque no sé los demás, pero a mí, la única explicación plausible que se me ocurre, coherente con lo que hemos vivido hasta la fecha, es que unas ventas legítimas hayan sido utilizadas de rondón para justificar por escrito el gasto impropio de una millonada de euros. No sé si el desembolso corresponde a actividades poco honradas de la Infanta, su consorte, su prima de Villaconejos o el mismísimo monarca, pero esta justificación de "nos hemos confundido al poner los datos del DNI" solo puede ser atribuible a la confusión con alguna otra identificación de la real familia, la única que tiene documentos de dos dígitos.
No es de extrañar que, según una encuesta de hoy mismo, un considerable número de españoles opine de sus compatriotas que son muy poco de fiar e incluso unos corruptos de manual. Reconozco que yo soy desconfiada de serie y no me ayuda el que, en ocasiones, haya depositado mi fe en personas que luego me la metieron doblada. No es que no viera venir el envite, pero una cosa es verlo y otra querer reconocerlo. Así hemos vivido todos durante mucho tiempo: sabíamos que el de enfrente trincaba mientras trepaba y mirábamos para otro lado esperando secretamente que alguien llegara y nos ofreciera un escalón para subir más alto. El tiempo ha pasado, nadie ha venido y estamos infinitamente cabreados porque comprobamos que éramos los tontos del pueblo, los muy imbéciles que jamás hicieron trampas en la declaración de la Renta, cobraron sobresueldos o utilizaron una ONG como tapadera de su enriquecimiento ilícito.
Sinceramente, no creo que llegue a entender jamás del todo lo que ha ocurrido con las fincas de la Infanta, principalmente porque hay quien no quiere que lo comprendamos, empezando por el Ministro de Hacienda, un Cristóbal Montoro que en estos momentos estará deseando darle al orujo como si no hubiera un mañana. Menudo papel le ha tocado desempeñar en este culebrón. Imagino al juez Castro cubriendo las paredes de su despacho con las fotos de fotomatón de los implicados en el caso Urdangarín y aledaños, fincas incluidas. Va a tener que pedir un adosado para poder colocar tanta jeta.
A todo esto, mientras algunos se reparten las fincas y se tapan unos a otros para que no veamos la porquería que esconden tras la alfombra (turca), el FMI, siempre tan responsable y progresista, recomienda al gobierno español que baje los salarios y de un paso más hacia el despido libre. Pa'habernos matao. Con lo que le gusta a Rajoy y los suyos apretarnos las tuercas, dentro de poco en este país solo quedarán los jefes. Y ya sabemos los competentes que son cuando no tienen obreros a quiénes echarles las culpas de los desaguisados.
Menos mal que siempre estará Hacienda, la Infanta y sus insignes colegas para comprar, vender y estimular el consumo, más propio que ajeno. Ellos a hacer números y a nosotros, a lo que mejor se nos da: ejercer de primos.



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