sábado, 13 de julio de 2013

La canción del verano

Cada año, a las discográficas se les hace más cuesta arriba encontrar un canción del verano. Entre que ya no se venden discos, que los éxitos duran menos que una piruleta a la puerta de un colegio y que la música electrónica no está para parir hits absurdos, de los que nos gusta oír cuando vamos hasta arriba de botellón, el asunto de buscar canción del verano, que en gloria esté, resulta casi tan arcaico y cutre como las hombreras y los cardados de los 80, década que también amenaza con un revival en su versión más chusca y menos libertaria.
Será por eso, por la ausencia de ideas, por la poca emoción que muestran los artistas para parir tontadas (solo equiparable a aquella de la que hacen gala cuando alguien les propone dar lo mejor de sí mismos en Eurovisión) este año nos hemos dedicado más a reverdecer viejos laureles que a regar brotes verdes. Y ahí estamos, descubriendo la pólvora y rescatando del museo de las veleidades un tema que ya triunfó allá por el pleistoceno, el famosísimo El Tiburón.
Ésa era precisamente la canción que más sonaba en México la primera vez que visité el país, el mejor viaje que he realizado hasta la fecha. Hacía poco que se había muerto la cantante Selena, criada en Estados Unidos pero bajo una educación  y costumbres mexicanas, y la gente tenía el corazón partido: por un oído escuchaban El Tiburón, de Proyecto Uno y, por otro, Si una vez, de la finada Selena a la que tanto lloraban. Así que, a mi vuelta a España, ya tenía aquello de tiburones y ligones de discoteca muy trillado. Sin embargo, como me pasa cada vez que recupero un olor o un sabor olvidado, oír de nuevo el tema me proporcionaba un subidón de morriña importante, capaz de derivar en coma nostálgico.
Ahora parece que volvemos a las andadas, y ya está Chus regresando al pasado como si no hubiera un presente. Chus y unos cuantos más, porque esta falta de imaginación, de ideas y de perspectiva de negocio, asusta más que anima. La crisis llega a todas partes y nos obliga a hacer apaños, ya sea remendar ropa vieja, reciclar los muebles de la abuela, firmes candidatos a morir en las hogueras de San Juan, o recurrir a Pit Bull (otro tipo de lo más ocurrente) y a Christina Aguilera con ese Feel this Moment que pretende versionar a A-ha. Como en su día tuve el placer de conocer a los noruegos, puedo decir que cualquier parecido con el original es pura coincidencia. Sobre todo en el físico y el porte de unos y otros.
Pero, bueno, a falta de canciones que nos hagan perder el sentido (del ridículo), este verano está dejándonos un montón de cantamañanas. Porque, en realidad, las verdaderas y encantadoras voces de sirena no nos llegan desde los auriculares que son parte ya inseparable de nuestra cabeza (espero con ansiedad la próxima evolución genética en la que los niños nazcan con cascos incorporados) sino desde la prisión de Soto del Real, donde se encuentra recluido el Señor Oscuro conocido popularmente como Bárcenas; desde la candidatura olímpica de Madrid 2020, orquestada por el PP, ese partido que ha otorgado las obras olímpicas que nos quedan por hacer a las mismas empresas que aparecen citadas en los papeles de Bárcenas como grandes suministradoras de dinero en negro a quienes nos gobiernan (¿no son un encanto, ellos y ellas?), o de ese ministro Wert, un gran tenor de la política española, capaz de fabricar él solo una retahíla de grandes éxitos veraniegos con un único objetivo: que el próximo año, miles de universitarios se queden sin la posibilidad de estudiar una carrera. Olé sus bemoles. El día que este señor deje de cobrar la "beca" que le da el gobierno por convertir la educación española en un tongo medieval, lo mismo hacemos fiesta. Éste sí es un verdadero tiburón. ¡Menudo proyecto el suyo!
Dejo aquí el vídeo de Selena. La otra noche soñé con esta canción. Tanta vuelta atrás es lo que tiene...


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