jueves, 7 de noviembre de 2013

Papa, ven

Madrid está hecha un asco. Más de lo habitual, que ya es decir. Todo por una tontada de nada: un ERE de estos tipo "Terminator" capaz de poner a mil y pico trabajadores en la calle y a un importante número de familias camino de la indigencia. Lógicamente, el personal que se encarga de dejar nuestras aceras presentables y adecentar nuestros parques tras el correspondiente botellón, ha decidido encerrar rastrillos y cubos y plantarle cara a quien se la tiene que plantar.
Vaya por delante mi solidaridad con los trabajadores de la limpieza. Ni su tarea ni la huelga son gratas, pero alguien tiene que cantarles las cuarenta a esta camada de aprendices de Harry el Sucio que ejerce el mal gobierno en la ciudad de Madrid. Y ahí viene lo bueno, porque entre semejante terna de ladrones, especuladores y déspotas varios, nadie se da por aludido; es decir, que a ninguna de nuestras autoridades, amigos y conocidos parece competerle la resolución del conflicto.
Como viene siendo habitual en este infierno neoliberal en el que se ha convertido España gracias a las malas artes del PP, el ayuntamiento de Madrid decidió en su día externalizar los servicios de limpieza y "regalárselos" (alguien tiene que decirlo) a sus grandes amigos, ese puñado de constructoras que, supuestamente, financió ilegalmente al Partido Popular mientras nos llevaba de cabeza a la crisis inmobiliaria y a la ruina más absoluta. Lógicamente, había que devolverles los favores prestados y untarles para que prestaran un servicio que hubiera sido infinitamente más barato si hubiera seguido siendo gestionado por el Ayuntamiento. Pero, claro, uno no siempre se hace rico practicando el bien.
Total, que, a día de hoy, las empresas que tienen la concesión de nuestros parques, plazas y monumentos, están sumergidas en el bucle infame del recorte, esto es, hacer ricos a los de arriba mientras se ahogan los de abajo. Y para que los de siempre obtengan beneficios, los de nunca deben irse a la "puta rue". Y no precisamente a limpiarla.
A todo esto, nuestros ínclitos colegas del Ayuntamiento, un organismo al que los Populares han dejado sin fondos y hasta sin sangre, tiran balones fuera y se desentienden del conflicto que ellos mismos han contribuido a crear con su pésima gestión y sus ganas infinitas de obtener dividendos hasta de la porquería que generamos. Dicen que el problema es de las empresas encargadas de adecentar la ciudad, como si el consistorio madrileño no fuera el origen de esta insana cadena de favores y despropósitos con la que ahora nos ahogamos los censados en Madrid.
A Ana Botella, esto de las basuras parece darle absolutamente igual. Ella vive en Pozuelo y se mueve por la ciudad en coche oficial, sin tener que apartar de su camino tapas de yogures o excrementos de perro. Así no me extraña que suelte devaríos y que insinúe que en Madrid se ha limpiado por encima de nuestras posibilidades. También se han cobrado sobresueldos y se han costeado tejemanejes por encima de las ídem, pero de esto mejor no se dice nada, no vaya a ser que fastidiemos esa encuesta tan favorable para el PP que acaba de salir del horno del CIS, un organismo férreamente controlado por la autoridad pertinente y que pare sondeos con cuentagotas que, curiosamente, siempre favorecen a los de mismos. Misterios de la vida.
La última huelga de limpieza que sufrimos, allá por los 90, duró más de un mes y fue mucho más violenta que la que ahora tenemos, tal vez porque, en estos momentos, la mayoría seguimos en estado catatónico, enfrascados en el duro arte de sobrevivir. No sé cómo evolucionará el conflicto, aunque insisto en mi solidaridad con aquellos que padecen todo el despropósito chanchullero al que nos ha conducido la avaricia de cierta banda de sobrados. Alguien debería decirle a Ana Botella que la Marca España se devalúa mucho si la capital del país da más pena que gloria; o que los turistas rechazarán gastarse sus dineros en una ciudad bañada en mierda. Pero, sobre todo, alguien debería pedirle al Papa que nos hiciera una visita; sinceramente, solo un paseo de Su Santidad conseguiría que estos devotos catetos que pierden el oremus por ponerse mantillas y besarle el anillo al Santo Padre se decidan a arreglarle el pavimento por donde tenga a bien pasearse. Comprobaríamos entonces admirados como Botella, González, Rajoy y otros chicos del montón se pondrían las pilas y jalearían a sus amigos constructores para que solucionaran el entuerto lo antes posible. Incluso subiéndoles el sueldo a los huelguistas si fuera menester.
Francisco, tú que puedes, obra el milagro. Anda....


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