miércoles, 16 de enero de 2013

Espía como puedas

Nunca he sido muy fan de los payasos. Ni de los de la nariz colorada y zapatones ni de los que acampan en la vida real y se convierten en los reyes de la pista con gracietas muy poco graciosas. Y, sin embargo, reconozco que los llamados payasos de la tele (Gaby, Fofó, Fofito y Miliki) marcaron mi primera infancia con sus canciones llenas de rimas pegadizas y sketches absurdos. Desde el púlpito cojo y carcomido de la edad, contemplo alguno de aquellos revival y me entra la nostalgia de las tardes de bocadillos de nocilla, uniforme de colegio y despreocupaciones infantiles.
Pero, a pesar de la inconfundible morriña, debo de dar saltos de felicidad (sí, como si fuera en “el auto de papá”) porque la vida me ha concedido una segunda oportunidad. En estos momentos en los que me agarro a las segundas oportunidades cual Oso amoroso a Tarta de fresa, es gratificante comprobar que el espíritu de los payasos continúa vivo y que los alegres chicos y chicas del PP han decidido resucitar el simpático y alegre espíritu que la tele en colores nos quitó.
Díganme ustedes si no es para partirse la caja asistir a esta comedieta de espías que se han montado nuestros insignes gobernantes, con un actual presidente de la Comunidad de Madrid, que entonces no lo era, mandando a sus huestes a vigilar a quien antaño ocupaba tal cargo y que resulta que ahora es Ministro de Justicia. Como tal, imagino, no ve delito en espiar al prójimo, tal vez porque el espía espió demasiado y descubrió cosas que harían palidecer hasta a los replicantes de Blade Runner. Para estos chicos, el echar un vistazo a las cosas ajenas es como para mí el dormir: algo que les sale de natural y lo practican en cualquier parte. Pero si yo cuando duermo soy tan sexy como Napoleón vestido de lagarterana, los peperos demuestran un arte parejo a la hora de meter la narizota apinochada donde no les llaman. El último ejemplo, esa dama de derechas a la que han descubierto in fraganti mientras hurgaba en los cajones de Esquerra Unida. Se ve que la señora se creía el Superagente 86 y, zapatófono en mano, se dedicó a la innoble tarea de buscar ficheros físicos cuando todos sabemos (por las películas, más que nada) que aquí la lana se parte en los discos duros de los ordenadores y en los USB reconvertidos en llaveros para el bolso. Pero, bueno, imagino que quienes nos gobiernan son conservadores hasta en eso.
Paralelamente a este sketch tan gracioso, se está desarrollando otro igual de divertido o incluso más: el del ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, imputado en casi todo lo imputable y por cuya inocencia, el santo Rajoy puso en su día la mano en el fuego. Nuestro presidente debe de tener la extremidad de acero galvanizado, porque acabamos de conocer que el pillo de Bárcenas tenía 22 millones de euros bien escondidos en una cuenta de Suiza. Recordemos que el abogado de aquí el figura declaró hace un tiempo que los viajes a Suiza de su defendido obedecían a la necesidad de esquiar, debido a que el tal Bárcenas era un extraordinario "montañista". A lo mejor quiso decir montajista, pero en un alarde de patriotismo hispano se le coló la ñ. Más alto, que no oigo las risas.
Y ya, como fin del capítulo de hoy, recordar a todas los niños y niñas que los millones que la Comunidad de Madrid, PP mediante, va a ahorrarse privatizando servicios de la Sanidad Pública son los mismos que pretende dedicar a promocionar esa memez de Juegos Olímpicos que, supongo, se celebrarán en la capital cuando las ranas orinen calimocho. ¿Cómo están ustedes? Descojonados.


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