martes, 24 de septiembre de 2013

Todos mienten

La mentira es armamento pesado que, además, viene de serie. No estoy exagerando cuando digo que todos mentimos, aunque para ciertas personas no se trate de una práctica habitual. Incluso tendemos a mentir sobre la mentira, esto es, engañarnos cuando decimos que mentimos para no causar dolor al otro. Tampoco esto es verdad. En semejantes casos, lo que tratamos es de protegernos a nosotros mismos y, por encima de todo, salvaguardar la imagen que la persona que tenemos enfrente guarda de nosotros o intentar que la mierda que hemos removido no nos salpique. Bajo la supuesta coartada de hacer el bien ajeno, el propósito último es buscar el beneficio propio. Y no es que haya que flagelarle por eso: simplemente somos humanos. Unos más que otros.
Sin embargo, al margen de la mentira "entrañable" no hay que desdeñar a aquella otra cuyo único objetivo es satisfacer el egoísmo, la avaricia o la necedad propia, se lleve a quien se lleve por delante. Lo más peligroso de este engaño panfletario es que desencadena una serie de mentiras destinadas cada una a tapar o disimular la anterior. El individuo se ve pronto metido en un bucle del que es difícil salir, puesto que nadie puede tener tal visión de conjunto ni semejante espíritu controlador como para atar todos los cabos y no ser pillado por la tangente en cuanto descuide uno de los flancos. Ocurre algo similar con los políticos, por ejemplo, que abrazan el engaño para lograr un objetivo que nada o poco tiene que ver con el bien público y sí mucho con la dicha propia o el bienestar de la formación a la que pertenecen.
En los últimos días nos vemos obligados a contemplar cómo el Partido Popular toma posiciones de cara a las próximas elecciones. No las generales, que todavía queda un ratito (aunque hoy saltaba la noticia de que Rajoy ya se postulaba como candidato, no vaya a ser que Aguirre o incluso Aznar le adelanten por la derecha) sino a las europeas del próximo año o las municipales de 2015. Personalmente, opino que ambas citas con las urnas son importantísimas, pero las primeras resultarán cruciales: el Parlamento Europeo se encuentra actualmente en manos de la mayoría conservadora y será la única oportunidad que tendremos las víctimas de la austeridad de enfrentarnos a la cúpula que nos tiene agarrotados y rechazar las políticas de recortes de Merkel y sus colegas neoliberales. Si tanto nos quejamos del férreo control que ejerce la madrastrona Angela sobre los países más dañados por la crisis, sería una vergüenza no salir en la tromba a las urnas a mostrarle su rechazo y darle un meneo a ese parlamento norteño, gris y mustio, que basa sus disque inteligentes políticas en robar a los pobres para dárselo a los ricos.
Dentro de la incultura democrática que tenemos en España, las elecciones europeas no suponen más que una nota a pie de página. A ellos contribuyen los propios políticos, empeñados en colocar de sobrios candidatos a aquellos afiliados que tienen o han tenido problemillas legales en su terruño de origen, ya sean ex ministros, ex alcaldes o ex maridos. Es decir, que mientras otros países se toman muy en serio la composición del Parlamento Europeo, los partidos españoles han contribuido a divulgar la idea de que esta votación es un coñazo y que lo mismo da que da lo mismo que nos quedemos ese día en casa haciéndonos las uñas. Pues va a ser que no. Al menos, tengamos la decencia de no contribuir con nuestro voto a otorgarle un retiro más dorado a quien menos lo merece.
Y como la sagrada misión de aquí los lumbreras parece ser que corramos un estúpido velo sobre las elecciones europeas, no vaya a ser que ganen los otros y, encima, nos quedemos sin el chollo apalabrado, ahí tenemos a los amigos peperos (y no solo ellos) dándolo todo con vistas a las municipales de 2015. Y cuando digo todo, quiero decir, mintiendo como bellacos. Miente Ana Botella cuando dice que bajará los impuestos paulatinamente de aquí a 2015, sin aclarar si se presentará ella misma a alcaldesa (quien no lo crea que busque en Internet la explicación de los expertos a esta milagrosa bajada impositiva con la que Botella pretende endulzarnos el café con leche); miente Rajoy cuando afirma que hemos salido de la recesión aunque no de la crisis; miente Fátima Báñez cuando presume del poder adquisitivo que ganarán nuestras pensiones (las gráficas sí que no engañan) o cuando se muestra empática con los parados mientras, en agosto y a traición, les casca la prohibición de salir del país durante más de 15 días sin permiso previo o la obligación de estar siempre localizables; miente Esperanza Aguirre cuando dice que no va a volver a primera línea de la política; miente Gallardón cuando esquiva las cuestiones sobre la ley del aborto; mienten Arenas, Acebes y Cospedal cuando se les pregunta por el caso Bárcenas; mienten el ex tesorero, el nuevo tesorero, el anterior y el otro... Todos mienten porque todos tienen un fin que justifica los medios más arteros.
Lo peor no solo es que ellos mientan, sino que disfrazarán sus mentiras como un bien necesario y siempre encontrarán a quienes crean sus retorcidas "verdades". Y serán muchos, porque si las encuestas  no engañan (que ojalá), Esperanza Aguirre es hoy la líder preferida por las personas de derechas de ese país. Recordemos que Aguirre es, tal vez, uno de los personajes políticos más torticeros que ha dado este país, y a las hemerotecas me remito.
Todos hemos mentido alguna vez y nos han mentido muchas más, incluso gente en la que confiábamos sin atisbo de duda. Puede ser que nos cegara el amor, el cariño, la necesidad y el miedo al sufrimiento. Pero a esta panda ni los queremos ni los necesitamos. Eso sí, sufrir nos seguirán haciendo sufrir. Abramos los ojos.
Dejo otro tema de la película Tango Feroz. Seguro que quien me conoce sabe a qué situación, animal, persona o cosa lo asocio yo. Curiosa la mente humana...


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