jueves, 19 de mayo de 2011

Abusones

Esta crisis que vivimos está teniendo dos consecuencias íntimamente relacionadas entre sí: por un lado, cada vez son más los trabajadores estresados, agobiados e incluso enfermos ante la perspectiva de perder su puesto de trabajo en cualquier momento. Por otro, se observa la proliferación en los ámbitos laborales de jefes dictatoriales, ególatras e incompetentes que, cual macarras de mercadillo, amenazan, someten y se ensañan con el personal a su cargo.
Mal negocio este cuando la economía de un país se asienta sobre situaciones de abuso. Bastante tiene el trabajador con soportar la ansiedad del día a día y la presión de una tarea que, con todo lo que está cayendo, probablemente se haya convertido más en obligación que en devoción. Una persona que se levanta pensando en que ojalá hoy no me toque a mí y vuelve a casa machacada, hundida e intentando regodearse en la futil satisfacción de que otros están peor, no se merece ser víctima de la arbitrariedad y las humillación diaria de alguien que, visto lo visto, reúne los méritos justos para ocupar un puesto que le viene grande.
Cierto es que el panorama actual obedece a una absurda cadena de despropósitos: cada cual es víctima del que tiene por encima. Y siempre, siempre, hay alguien en tu chepa con la misión divina de fastidiarte la vida y corroerte la moral. Pero no es justo culpar a los que se encuentran por debajo de la propia incompetencia. Gentes incapaces de delegar echan la culpa a su equipo porque no son merecedores de su confianza (algo habrás hecho, proclamo, para haber alimentado tanta inseguridad); sujetos que se creen los mejores en su profesión y no admiten que los de al lado sean, como mínimo, competentes; sanguijuelas al fin que se alimentan del esfuerzo ajeno para atribuírselo como propio y se cuelgan los galones de la falta de empatía sin rigor alguno.
No les arriendo la ganancia ante tanto despropósito. Tampoco sé cómo andarán de conciencia, pero su (mala) fama se extenderá y cuando las cosas cambien, su currículum dejará a la luz tanta incompetencia. El problema es que, mientras tanto, habrán dejado un reguero de cadáveres a su paso y habrán bailado sobre la tumba de muchos. Cuidado, porque siempre se acabarán topando con alguien que se marcará un chotis sobre la suya. Al tiempo.

P.D: Me congratulo de la liberación de Manu Brabo al fin. La profesión hoy está de fiesta. Mañana ya veremos.

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