domingo, 21 de agosto de 2011

Eterna juventud

Cuando era muy pequeña, vi en una revista una foto de un niño con progeria, esa enfermedad que precipita el envejecimiento celular. Es un trastorno muy cruel, porque les da a algunas criaturas la apariencia de viejos de 80 cuando su mente funciona perfectamente, o sea que ni siquiera les permite la inconsciencia de no saber lo que les ocurre. Puedo imaginarme cómo debe de ser el presente de unos niños de ocho años avocados a la destrucción física, el estigma, el dolor de sus familias... Aquella imagen me dejó marcada, como otras tantas cosas que pasan por nuestra vida y se quedan fijas en la retina aun cuando las frotemos con el milagroso antigrasas del que hablé en un post anterior.
Anoche, mientras estaba bailando un poco los canales de televisión, volví a ver una imagen similar. No llegué al principio de la historia, pero creí deducir que una nueva terapia celular se ha convertido ya en esperanza de vida para estos niños. Bienvenidos sean los descubrimientos y estudios con muchos fondos y parejo sentido común. El reportaje explicaba que la progeria está causada por el déficit de una proteína, pero que este revolucionario sistema de renovación celular permitiría grandes avances en la enfermedad. Y la cosa no quedaba ahí: el mismo descubrimiento servirá para que la humanidad se sienta, se vea y se mantenga, como en la canción, "forever young".
Épocas atrás, la gente no pasaba de los 40. No les daba tiempo a mucho: ni a tener parejas a mansalva ni a sufrir cualquiera de esas enfermedades modernas achacadas a la vejez. Pero ahora sí, ahora nos cuesta irnos y cuando nos vamos estamos hechos una pena. Físicamente, digo, porque, mentalmente, que nos quiten lo bailao. Si este nuevo descubrimiento sirve para paliar los trastornos asociados al envejecimiento celular proporcionándonos una decente calidad de vida en nuestros últimos años, albricias. Pero me temo que la cosa no va a ser tan fácil.
Imagino que este tipo de avances se cotizarán a precio de orillo en las multinacionales cosméticas. Puede entrever ya a los más ricos del universo conocido peleándose por 2mg de crema que te borran las arrugas como si las cubrieras con hormigón. Porque todos sabemos que el dinero mueve el mundo, pero siempre empieza a menearlo por arriba, y cuando llega a los de abajo han pasado varias generaciones. Con los avances en la cirugía estética y los progresos en cosmética interna, averiguar la edad de las personas va a ser una entelequia. Que no se quejen los hombres, que ya están a punto de encontrar mujeres estupendas que les aguanten una conversación de 45 minutos.
Decía ayer Eduardo Punset que tenemos que entender que hay vida antes de la muerte y que el secreto para ser jóvenes es sentirse jóvenes. Nada que no hubiéramos sospechado. Añadía también que somos dueños de ciertas neuronas que se destruyen ante la inactividad. Son aquellas asociadas a la interacción social. Vamos, que si nos aislamos, no nos comunicamos con el de al lado y nos resistimos a vivir en sociedad, aviados estamos. Malas noticias para los que tienden a ser un poco ermitaños, como la que esto suscribe, y aun peores para los que han convertido Facebook en su particular reino de taifas.
Es lógico. Todo muere si no lo cuidamos. Las plantas se suicidan si no las regamos, los amigos desaparecen si no les dedicamos tiempo y pasamos de verles o interesarnos por su bienestar, los talentos se anquilosan si no los trabajamos.... obviamente, las neuronas que no empleamos se vuelven vagas y terminan por atrofiarse.
Personalmente, siempre he sospechado que eso de la vida eterna tiene que ser un coñazo estupendo. Ves desaparecer todo lo que te importa y tú allí, rumiando los recuerdos en soledad. El descojone eterno, vamos. No obstante, creo que es nuestro deber como raza inteligente trabajar para hallar formas de hacer más llevadera nuestra existencia terrenal. Seguro que, si acabamos con ciertas enfermedades, aparecerán otras, pero centrémonos por ahora en lo que tenemos. Y los de a pie, a mover las neuronas, que son irrecuperables. Y algunos/as ya tienen pocas de serie.

Aquí un vídeo para quienes todavía piensan que la belleza está en el interior. De nada.




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