Me tomo la libertad de daros las gracias a todos los que habéis leído este blog, sea una vez, dos o diez. Me parece el mejor de los halagos. Pero ahora lo que toca es descansar: todos nos aburrimos mucho de oír nuestro propio discurso una y otra vez.
Mi propósito es regalarme un tiempo para mí, para mis cosas o para mis otras cosas. Hace unos días alguien me preguntaba qué regalo me gustaría recibir y creo que lo que necesito son minutos y horas para recuperar todo lo que dejé de lado este último año, incluidos los amigos. Quiero cerrar puertas, dar segundas oportunidades (alguien a quien aprecio muchísimo estaría pensando ahora mismo eso de "no sirve de nada ser tan radical") o lo que se tercie. Pero, sobre todo, no me apetece poner mis pensamientos por escrito; tal vez porque creo que, en este momento, solo me interesan a mí.
Gracias a aquellos que habías divulgado mi blog por las redes sociales, a los que me habéis hecho comentarios (en público o en privado), a los que os ha gustado o a los que lo habéis odiado pero, al menos, lo habéis leído. Imagino que volveré, aunque no sé cuándo ni cómo. Tal vez en unos días o quizás en unos meses. Supongo que en el momento en el que recupere las ganas de desahogarme; de repente, por sorpresa y sin avisar.
Y que conste que la dimisión de Esperanza Aguirre no ha tenido nada que ver con esto. Estoy convencidísima de que alguien vendrá que buena la hará. Los españoles somos de los pocos que tropezamos mil veces con la misma piedra. Cien mil, si nos dejan, aunque yo pretenda rebajar las estadísticas.
Nos vemos. Sed felices. Y, sobre todo, reflexionad sobre lo que pasa dentro y fuera; nos dejéis que nadie os imponga una forma determinada de pensar y haced mucho caso a vuestro sexto sentido. Es el más racional de todos.
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