Está claro que no soy muy fan de las segundas oportunidades, aunque es verdad que yo tuve una en su día y vaya si la aproveché, aunque entonces ni siquiera me estaba dando cuenta de ello. Por supuesto, no me refiero solo a las segundas oportunidades de índole sentimental, porque este volver a empezar se puede plantear en cada uno de los ámbitos de tu vida, incluso en el meramente físico.
En realidad, mis dudas sobre el concepto vienen de la propia idiosincrasia del mismo, de la expresión "la vida me dio una segunda oportunidad" como si esto fuera algo que nos estuviera esperando a la vuelta de la esquina. Yo no creo que las segundas oportunidades se encuentren "de casualidad" sino que se buscan, consciente o inconscientemente. Y se buscan cuando estás preparado para afrontarlas. Es ridículo pensar que la suerte te ha puesto ahí ese regalo de pura chiripa, porque en ese caso no obedece a ningún cambio personal sino a una curiosa (y a veces maliciosa) concatenación de factores externos que conducen irremediablemente a un segundo fracaso. Quizás tú estés ahí solo de rondón, en plan convidado de piedra, y esa segunda prueba sea para otro, pero el caso es que si no lo has buscado y peleado, es complicado que te enfrentes con garantías al duro proceso de sacarle jugo. Porque este paso es el verdaderamente complicado, el que te lleva a enfrentarte contigo mismo, con tus errores y aciertos, reconocer tu peor cara, analizar tu propia vida aun sabiendo que hay cosas que no te van a gustar un pelo, hacer acopio de herramientas para solucionar los problemas y abordar la toma de decisiones con coraje, reconociendo que no van a ser fáciles y que la tentación del abandono estará siempre ahí. Las otras segundas oportunidades, épicas, dramáticas y en el fondo tremendamente teatrales, son páginas para llenar un diario, donde el propósito de enmienda irá a parar más temprano que tarde al mismo sitio al que van los propósitos de Año Nuevo, donde confiamos en que los problemas los resuelvan otros o, mejor, que lo hagan por sí solos (el tiempo lo cura todo ¿no? Pues a lo mejor no) y esperamos poder sobrevivir unos meses o años más a base de parches del todo a cien. Inconscientemente, todos sabemos si una segunda oportunidad va a funcionar desde el momento en que nos damos cuenta de cómo ha surgido este supuesto regalo del cielo y de los cambios o no que ha experimentado la persona objeto de semejante detalle. Y si no estáis de acuerdo conmigo, echad un vistazo a vuestro alrededor.
Todo esto viene porque ayer me volví a quedar prendada del señor Silvio Berlusconi, ese hombre, inasequible al desaliento, que amaga con volver a presentar sus credenciales para gobernar Italia creyendo que es el único que puede salvar a su país de los tremendos desastres que están a punto de sumergirla en el averno. Este prócer de la Humanidad, grande entre los grandes, acude al rescate de su país cuando nadie le ha llamado, pero él, que es muy listo, ha entendido que sin la presencia de una figura dictatorial (ocupada estos últimos años en sentar sus insignes posaderas en varios banquillos judiciales) los de su partido no encuentran el Norte y han perdido el Sur. Lo cual viene a demostrar, ni más ni menos, que los suyos estaban ahí para chupar del bote y han huido en desbandada cuando les han quitado la teta. Vamos a ver lo que tardan en reaparecer ahora que don Silvio se ha calzado la armadura y ha abierto la caja de los truenos que también es la del tesoro.
Silvio Berlusconi ha aprovechado el devenir de los tiempos, el que Monti esté hasta las narices y más allá de gobernar contra todos y el que la crisis mundial en general y europea en particular amenace con convertir a Italia en la nueva España. Y todos sabemos cómo está España... No es que el ex primer ministro haya hecho examen de conciencia, se haya enfrentado consigo mismo, su tinte y su postizo, haya puesto en solfa su machismo pueblerino y garrulo reconociendo de paso sus arteras maniobras para corromper jueces y evadir todo el peso de la Ley... Lo que le ocurre a este hombre es que "la vida le da una segunda oportunidad". Ni más ni menos. Aquí nadie parece tener los cojones de enfrentarse a don Silvio y asumir el mando en la formación política que el enorme estadista ha parido y, claro, como todos vemos la realidad como nos da la gana, eso va a ser porque los italianos están reclamando la vuelta a la política de quien tanto hizo por ellos. Así se las ponían a Fernando VII que, por cierto, fue el rey que al final derogó la Constitución de Cádiz y restauró el absolutismo. Una buena pieza, vamos.
El propósito de enmienda de Berlusconi es igual a cero, con lo que esta segunda oportunidad tiene toda la pinta de acabar como empezó, convertida en chirigota. Porque, que yo sepa, el gran Silvio sigue empeñado en acabar con la separación de poderes y hacer trizas al judicial (eliminar el poder omnímodo de los jueces, como lo describe el "presunto" al más puro estilo Urdagarín) y seguir construyendo gobiernos de risa con personajes lamentables, a cuyo lado los colaboradores de Sálvame harían un dignísimo papel. Por supuesto, Berlusconi, con sus 76 tacos a cuestas, continúa dando pena en su papel de viejo verde botella consumidor de Viagra, empeñado en hincársela a todo lo que tenga un agujero. Y, obviamente, sigue manteniendo a aquellas chicas de buen ver con las que practica el Bunga-bunga, que me imagino que será algo así como la oca, donde me pongo a tiro porque me toca. Estas elegidas para la gloria reciben un sueldo de 2.500 euros al mes y una vivienda más que digna por mantener la boca cerrada y el culo prieto. Y lo peor es que tal dispendio no solo se sabe, sino que se consiente y estoy segura de que aún quedan italianos orgullosos de las machadas de su ex mandatario. Animalicos...
La política italiana siempre me ha parecido un espectáculo de primera para cualquier politólogo. Los gobiernos de ida y vuelta, la telaraña tejida por la mafia, la curiosa alternancia en el poder... todo la convierten en uno de los shows más entretenidos que he presenciado. Berlusconi promulgó el ordeno y mando entre tanto mercadeo, es cierto, pero también instauró en Italia esta forma de gobernar a lo república bananera que ahora vemos en España (ay Mariano, qué poco original eres). Monti el gestor resultó, entre otras cosas, demasiado aburrido para un pueblo acostumbrado al vodevil y, ahora, que empieza la fiesta cuya traca final electoral culminará en 2013, estamos llamados a contemplar de nuevo lo mejor y lo peor de los italianos. Me froto las manos. Por lo pronto, según los sondeos, el Pueblo de la Libertad de Silvio Berlusconi cuenta solo con el 18% de los votos, con lo que al muy ex no le llegaría ni para volver ni, por supuesto, para empezar. Sin embargo, estoy convencida de que va a haber espectáculo. La próxima vez que diga que las segundas oportunidades no molan, que alguien me de una colleja, por favor.
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