jueves, 2 de junio de 2011

Cuota femenina

A raíz de la espantá de Chacón llevo días pensando en este tema. Ello no significa que esté en un sinvivir, pero es cierto que el asunto de las mujeres en el Gobierno me tiene un poco mosqueada. Mas aun si tenemos en cuenta que ya se me había olvidado que Rosa Aguilar declaró hace meses su amor por las proclamas socialistas y era ministra de Medio Ambiente. Ha tenido que surgir la crisis del pepino para que quien esto suscribe recordara que la señora Aguilar sigue desempeñando un cargo público.
El asunto de la cuota femenina en política me mosquea. Pero, para compensar, también me mosquea la pírrica presencia femenina en los consejos de administración de las grandes empresas. En España hay más licenciadas que licenciados y, sin embargo, ellas continúan sin llegar a lo más alto. Me niego a creer que sea un problema de capacidades; tal vez el fallo esté en las pocas posibilidades de conciliar que tenemos, aunque también es cierto que cada vez más mujeres están dispuestas a renunciar a su independencia negándose a abrazar la maternidad. Pero retomando el hilo del tema, opino que la capacidad de una persona y su profesionalidad son cuestiones al margen de su género. La ley obliga a cosas absurdas; ante un mismo puesto debería primar la valía de una persona y sin embargo lo convierten en una guerra de sexos. Si a ello sumamos enchufes, dedazos y otros chanchullos del montón no salen cosas tan extravagantes como Leire Pajín o Bibiana Aído, por poner dos ejemplos que a los espectadores de este show nos chirrían bastante.
Creo que hay mujeres valiosísimas en cualquier campo profesional. Del mismo modo que también hay ineptas e ineptos. Y, aunque parezca contradictorio, estoy convencida de que es bueno que el personal de una empresa esté equilibrado en cuestión de género. Yo he trabajado en oficinas de mayoría femenina y hay veces que aquello se convierte casi en una debacle hormonal. Me fastidia reconocerlo, pero es así. Imagino que las compañías de mayoría masculina también tendrán sus cosas, pero no puedo contarlas porque no las he visto. Sin embargo, insisto, el equilibrio no debe pasar por renunciar a otros factores imprescindibles para un buen desarrollo del trabajo como eficacia, labor de equipo, responsabilidad, etc. Cada vez se lo ponen más difícil a los reclutadores de talentos...
Volviendo al tema Chacón, poco margen de maniobra tenía la ministra ante un zorro como Rubalcaba (lo de zorro va en el buen sentido, que conste), bregado en las más cruentas batallas. Tampoco me hubiera parecido de rigor aupar más aún a la "esfinge" Salgado (por elucubrar que no quede). No creo que ninguna de las chicas Zapatero, Fernández de la Vega aparte y con reservas, haya demostrado que puede convertirse en adalid de un partido que ha perdido el norte y pide a gritos su refundación. Tampoco pienso que el presidente que nos ha tocado haya demostrado buen ojo escogiendo a sus acompañantes femeninas. Lo de las cuotas fue un golpe de efecto como tantos otros, pero de aquellos barros vienen estos lodos. La situación actual, como tantas otras cosas, ya se intuía cuando salió victorioso de las primarias. Quien me conoce sabe que en su día vaticiné lo que ha acontecido. Y no necesité una bola de cristal, sino sumar a y b y ponderar que c se podría cruzar en el camino. Solo había que dejar que los poderes fácticos hicieran su trabajo.
En resumen, cultivemos nuestra valía independientemente de nuestro sexo y confiemos en que haya alguien ahí fuera que sepa apreciarla. La esperanza es lo último que se pierde.

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