martes, 8 de noviembre de 2011

Palíndromo

Palíndromos son esas palabras, frases o números que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Por ejemplo amor/Roma. Últimamente -tampoco sé muy bien por qué- he oído hablar mucho de palíndromos e, inevitablemente, cada vez que escucho el nombre me viene a la cabeza Sarah Palin. Sí, tal vez porque su apellido es similar al vocablo en cuestión, pero, solo a lo mejor, también porque la ex candidata a vicepresidenta de los Estados Unidos es igual la mires por dónde la mires: insustancial, inútil y extremadamente peligrosa.
Este fin de semana, El País dedicaba parte de su codiciado espacio a la dama republicana. Más o menos, la tachaba de inepta, paleta y muy, muy vengativa. Una figura que descalifica por sí sola la esfera política. Me parece que la imagen allí dibujada no dista mucho de la que tenemos los que hemos contemplado con pavor la posibilidad de que esta mujer llegara a salir algún día de la Alaska de sus amores (contaba El País que sabe al fin lo que es un pasaporte y lo tiene listo para ser sellado). Su tolerancia -incluso complacencia- con las armas, su forma de hacer política (más parecida a una reunión de tuppersex entre amigas que a una dialéctica parlamentaria de corto recorrido) y ese empeño en gobernar sus feudos cual presidente de comunidad al estilo de Aquí no hay quien viva, entre otras lindezas, auguraban lo peor. Sí, lo habéis adivinado, que hiciera bueno a Bush jr, el hasta ahora monarca de la nadería.
Afortunadamente, llegó Obama con su cargamento de carisma y obligó a los republicanos a plegar velas. Pero, claro, los sueños se desvanecen en cuanto sale el sol, y ya están aquí las huestes conservardoras norteamericanas tomándose su té de las cinco y demostrando que conocen más los entresijos de Marte (ese sitio poblado de hombrecitos verdes con sombrero mexicano) que los de Costa Rica, por poner un lugar que no les pille muy a desmano.
No hace falta que nos juren que América es el país de las oportunidades. Si tienes dinero y padrino, la cultura, el saber estar y la sensatez son lo de menos. Incluso, visto lo visto, pueden llegar a convertirse en un estorbo. Durante mucho tiempo, el resto del mundo soportamos con resignación cristiana las sandeces del niño Bush sin pensar que alguien vendría que bueno lo haría. Pero aterrizó McCain, eligió de compañera en su candidatura a la muy recta sra. Palin y al universo entero se le pusieron los pelos como escarpias. Una ignorante de tomo y lomo, que no sabe ni tan siquiera dónde se encuentra Europa, ejerciendo o queriendo ejercer poder interplanetario. Si el fin del mundo no es éste, se le parece mucho.
Afortunadamente (al final, tarde o temprano, los hados son benevolentes con los que sufren), Sarah Palin no se presenta a las próximas elecciones. De las siguientes no ha dicho nada, pero confiemos en el karma. Sin embargo, El País insistía en advertirnos de que los actuales aspirantes a la candidatura republicana son más de lo mismo y que su sabiduría y experiencia vital les alumbra para acordarse de dónde viven, en qué colegios estudian sus hijos y poco más. Por de pronto, uno de ellos, Herman Cain, ya se ha destapado como un hombre con grandes habilidades sociales, las de obligar a toda rubia que pase por su lado a hacerle un trabajito en los bajos. Encantador el diplomático. Y sí, es el mismo Herman Cain que ha copiado su programa electoral del popular juego SimCity (bueno, en España tampoco nos podemos quejar; seguro que algún político de relumbrón en su día tomó el Monopoly como ejemplo de sabiduría especulativa). El panorama no es desalentador; es lo siguiente. Para compensar, Obama, cuya gestión no es que se esté cubriendo de gloria precisamente, les saca varias cabezas de ventaja en las encuestas a toda esta panda. El electorado, ese mismo que creíamos ya perdido para la causa, ha demostrado tener cierto sentido común.
Porque, y aquí viene lo mejor, una cosa es que tengamos un payaso por candidato y otra muy distinta que le votemos. Se sospecha que Sarah Palin se había convertido en gobernadora de Alaska a través de coacciones y amenazas. Reprobable y pecaminoso. Todos suponíamos que la cosa tendría que cambiar una vez que su candidatura se extrapolara. Es decir, a tragar bilis y guardarte en el joyero las ganas de cortar cabelleras, bonita. Porque, de no ser así, hace falta ser tremendamente lerdo para votar a alguien que ni siquiera sabe hilvanar un discurso ni dotar del mínimo fondo a las respuestas que se ve obligado a dar. Pero no, ahí la teníamos, jaleada por una horda de entregados conservadores que la adoraban cual virgen renacida.
Me preocupa el deterioro de la cosa pública. Pero me preocupa tanto por la caterva de los políticos como de las huestes que los siguen. Quizás también nos estemos convirtiendo todos nosotros en palíndromos, incapaces del salir del bucle de tontuna en el que nos hemos metido y revisando una y otra vez aquello de "dábale arroz a la zorra el abad". Por si acaso, yo propongo otro palíndromo, mucho más festivo y fiestero que la Palin y su ejército de bebedores de té: Newen. Significa energía en mapuche. Pues eso: "que la fuerza nos acompañe". La vamos a necesitar.

                                            Cain y Palin, el dúo más dinámico y republicano

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