martes, 2 de agosto de 2011

Caer en el olvido

En mi modesta opinión, la tarea de olvidar acontecimientos, buenos o malos, es casi un imposible para el ser humano. No estamos programados para borrar de nuestro disco duro sucesos que en su momento nos afectaron, nos pongamos como nos pongamos. Lo que ocurre es que muchas veces confundimos perdón con olvido y nos quedamos tan anchos. Creemos que con perdonar la afrenta borramos de nuestra cabeza un montón de desatinos ajenos, pero lo único que podemos eliminar es el rencor, no el recuerdo. Y eso está bien, porque uno aprende de la experiencia y de sus errores, algo que no ocurriría si vamos por ahí olvidando lo que nos acontece y quitándole la importancia que sí tiene. Por eso resultan tan traumáticos los episodios de amnesia y ciertas enfermedades que afectan a la memoria: porque borran de nuestra mente parte importante de lo que somos y, con ello, las bases sobre las que se asienta lo que seremos.
Los hombres tienen la manía de acusar a las mujeres de que no olvidamos. Tampoco es eso. Lo que realmente nos echan en cara es que no seamos capaces de perdonarles tal y como a ellos les gustaría, desprogramando nuestra tarjeta de memoria. Pero el recuerdo es una especie de protección, una suerte de instinto animal al estilo del perro de Pavlov: si sabes que una determinada acción te va a producir una descarga eléctrica, más vale que lo recuerdes para no volver a tropezar dos veces con el dichoso enchufe. Cuestión de supervivencia, sea femenina o masculina. Supongo que parte de la raíz de este conflicto de género radica en que nosotras nos fijamos más en los detalles y, por lo tanto, nos afectan en mayor medida. Tenemos una sensibilidad extrema ante determinadas personas o cosas que nos dañan y todavía vivimos esperando que nuestro príncipe nos defienda de todo mal o, por lo menos, nos dedique unas palabras de aliento recordándonos que somos las más bellas del reino. Males existen a patadas; príncipes, salvo los que salen en el Hola, no conozco a otros.
Igual que creo que el no olvidar es de humanos, pienso que los pueblos del mundo tienen una mal disimulada querencia por manipular la historia a su medida y disfrazar ciertos acontecimientos con el traje que mejor les convenga en cada momento. El fin es distorsionar la realidad, y los medios para lograrlo, amplios y efectivos. El problema de los grandes acontecimientos, además, es que no todas las generaciones los recuerdan de la misma forma: mientras a algunas les resultan muy próximos, a las siguientes les parecerá más como una película; de hecho les influirá en mayor medida si se los cuentan en formato cinematográfico y 3D, a ser posible.
Se dice que quienes olvidan sus propia historia están condenados a repetirla, y ya hemos visto con qué facilidad se borran o manipulan tanto hechos como personajes (basta con echar un vistazo a ese diccionario biográfico que impulsó Esperanza Aguirre en sus tiempos de Ministra de Educación y Cultura). Ante el empeño estatal, es nuestra labor atesorar los recuerdos y transmitirlos, como ha ocurrido con el fenómeno de la Memoria Histórica que ha permitido que episodios negros de nuestra Guerra Civil no cayeran en el olvido.
El otro día, hablando con José Carrillo, rector de la Universidad Complutense de Madrid, le preguntaba cómo podíamos conseguir que las propuestas de los indignados del 15M no fueran a parar a ese saco del olvido colectivo. Me contestaba que las sugerencias e ideas del movimiento son muy legítimas, pero para que perduren hay que convertirlas en leyes, encontrar ese instrumento que las lleve hasta el Parlamento. No recordemos lo vivido solo como un despertar de masas y un destello de esperanza. El objetivo es que todas estas propuestas pervivan en nuestra sociedad convertidas en recursos sociales, judiciales y políticos. Evitemos el olvido colectivo y convirtamos el desencanto en memoria activa con sensatez y sin acometer acciones que solo inciden en el descrédito de un movimento social que no lo merece. Es nuestra historia y nos merecemos vivirla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario