La cazatalentos más famosa de España, esa mujer que tenía que estar a estas horas buscando a profesionales reputados (y a ser posible imputados, algo que le encanta) anda liada con historias de regeneración política y demás zarandajas. No sé qué opinarán sus jefes. Estoy segura de que si yo me pasara las horas laborales jugando al Apalabrados o inundando Facebook de Me gusta, lo mismo mis superiores me decían algo. No digamos si invierto el tiempo en soltar soflamas incendiarias o dando mítines entre la máquina del café y el lavabo de señoras. Pero ella, la más bella, parece ser que tiene tiempo para todo: salir de caza y dar conciertos. Olé sus mechas.
Que nadie me diga que esta señora no ha nacido de pie. Gracias a su nuevo puesto puede enchufar a deudos y deudores sin que nadie le chiste (a ver quién osa decirle que su prima la de Cuenca no es una profesional como la copa del pino) pero, al mismo tiempo, y tras pensarse dos veces aquello que insinuó en su día de abandonar la presidencia del PP madrileño, dedicar su tiempo libre, que debe de ser mucho, a tareas más mundanas. Ahí la tenemos si no, enredando y haciendo de todo en su propio partido menos amigos.
Esperanza es como esa amiga aprovechada, que malmete contra tu novio (o a tu novio contra ti) para luego, en cuanto lo dejáis, quedarse con el interfecto. Y encima, ejerciendo de "consoladora" de ambas partes en sus ratos de ocio. Porque si no no se entiende que la misma persona que consintió el reinado de los ladrones de la Gürtel en Madrid, propició la instalación de esa cosa llamada Eurovegas, socavó los cimientos de la sanidad y la educación en aras de lo privado y se cargó la televisión pública de la Comunidad de Madrid, se ofrezca ahora como regeneradora, no ya de su propio partido, sino de la democracia entera y, ya que estamos, del mundo mundial. Lo más de lo más.
Aguirre transpira felicidad con el merdel instalado en el Partido Popular. Mucho más teniendo en cuenta que jamás ha disimulado que lo que ella quiere es ser presidenta y que Rajoy le parece un imbécil. En eso coincide con la mayoría de los españoles, mire usted por dónde. Sin embargo, gracias a ese punto naïf que la caracteriza, piensa que está en posición de pedirles a los suyos actos heróicos, como el de mandar a la pseudoministra de nuestra pseudosanidad, Ana Mato, a hacer confeti. No le falta razón, pero el argumento pierde fuelle viniendo de donde viene, una mujer autoritaria, controladora, dictadora con los suyos y que llegó a lo más alto del gobierno de Madrid gracias al soborno de dos diputados del bando contrario. Estamos de acuerdo: no nos gusta un pelo Ana Mato y si no la vemos capacitada para manejar una caja del Carrefour, menos aún para dirigir la Sanidad española. Pero que la critique tanto la misma mujer que está convencida de que la señora Mato es (o era) la opción de Rajoy para sustituirla al frente del PP madrileño, suena más a pelea de de gatas que a maniobra diplomática de alto standing.
La gran ventaja de Esperanza Aguirre no es que estemos dispuestos a darle la credibilidad que ella cree tener, si no que se trata de una mujer acostumbrada a bregar en los bajos fondos de la política. Y es muy complicado derrotar a alguien que conoce perfectamente el funcionamiento de las mafias y la "delincuencia" administrativa. En este sentido se trata de una superviviente, capaz de dar sopas con honda a Rajoy y los suyos. A ella, el escándalo Bárcenas le ha venido mejor que bien: primero, porque sabe que su nombra no está en los papeles de los sobrecogidos y, segundo, porque entiende lo mismo que yo, esto es, que el populismo vende y que hay que aprovechar la ausencia de un líder significativo para erigirse como tal y convertirse en abanderado de una nueva forma de entender la política. Recoge así el guante de los partidos, los movimientos sociales y los ciudadanos ofreciéndose como salvadora e, incluso, insinuando que está lista para abanderar otro partido si hiciera falta. No solo deja con el culo al aire a los suyos, si no que se autoproclama salvadora de la patria y gran aglutinadora de votos.
Ya digo que esta actitud no estaría mal si no viniera de quién viene y no conociéramos tan bien los desmanes y desmadres de la lideresa. Volviendo al principio de este post, siempre se ha dicho que Esperanza Aguirre es una mujer con mucha suerte. Probablemente sea así, pero todos tenemos nuestro cupo de fortuna y, tal vez, a ella se le esté acabando. Muy tontos seríamos en este país si nos dejáramos llevar por sus cantos de sirena y sus ínfulas mesiánicas. Y muy bien harían los todavía suyos, los de su partido, en darle una dosis de su propia medicina y sacar a la luz pública los muchos chanchullos de la ex presidenta de ésta nuestra Comunidad. Imagino que no lo hacen porque el aleteo de la mariposa popular podría producir un tsunami en Génova de insospechadas consecuencias.
Quien tiene tanto que ocultar no puede convocar ruedas de prensa para reivindicar su santidad. La primera vez suena a risa; la segunda a choteo y la tercera nos infla la vena. Como país, nos merecemos algo mucho mejor que esta señora y quienes le hacen la rosca. Ella que siga a lo suyo, cazando fantasmones, que se le da muy bien, y colocando a sus huestes en los puestos más altos de las más elevadas cumbres. A ser posible, allá donde ningún hombre de bien pueda llegar.
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