Qué bonito discurso se ha sacado de la manga el señor Alfredo P. Rubalcaba, flamante candidato socialista a la presidencia del gobierno. Viendo que pintaban bastos, aquí el muy político ha dado un giro a la izquierda que ni Fernando Alonso. Se ha venido tan arriba que hasta ha incluido guiños al 15M, lo que mola mogollón. Si leemos entre líneas, al parecer, con Alfredo al mando de este Titanic en el que viajamos, salir de la crisis está chupado. Y todos nos preguntamos, si usted sabía cómo acabar con nuestros males, ¿por qué no lo había dicho antes, hombre de Dios? Son ganas de vernos sufrir. Ahora tendremos que esperar hasta las próximas elecciones para ver qué conejo tiene usted dentro del sombrero o a que santo milagrero se ha encomendado para que nos alivie de tanto pesar.
Da la impresión de que P. Rubalcaba se ha aficionado a aquello de "para lo que me queda en el convento, me cago dentro" y que si los populares prometen el oro y el moro, yo más. Que para eso se ha merendado varias legislaturas y presidentes sin que nadie reparara en su carismática jeta de líder. Y ya va siendo hora de sacar esas pócimas del buen gobierno en las que seguro ha estado trabajando en la sombra, siguiendo su aparcada pero bien amada vocación de químico.
Aunque mis palabras puedan inducir a pensar otra cosa, lo cierto es que a mí, Don Alfredo no me cae mal. Tampoco me cae bien, pero, visto lo visto, creo que no hay político bueno, así que me limito a observarle con más cara de póquer que de hastío. Opino que nadie como él para ejercer ese papel de "zorro de la política" que se le presupone a cualquier estadista de gran talla. El hombre se ha sabido vender bien, es un tipo muy tratable, muy diplomático, y se ha manejado con rigor y soltura en todas aquellas tareas que le han encargado. Y si lo comparamos con otros políticos de su nivel, la verdad es que sale bastante bien parado. No ha cometido grandes errores, no ha caído en enfrentamientos de gañán de bar a los que tan afectos son algunos de sus colegas.... El problema es que, además de la herencia envenenada que le deja su antecesor, Rubalcaba no es, para el gran público que está tan habituado a verle en acción, ese político carismático cargado de ganas y buenas propuestas. Todos le tenemos tomada la medida y para refundar un partido se necesita sangre nueva en primera línea y personal experimentado y con ideas en la retaguardia, no al revés
Ya digo que el discurso ha sido ilusionante y bastante rojo. Como debe ser. El problema es que estamos demasiado acostumbrados a palabras bonitas pero vacías. Le va a costar mucho a este hombre hacerse un hueco en nuestros corazones y en nuestras urnas. Estamos quemados y las quemaduras, por muchas cremas y palabras de aliento que nos apliquen, tardan en curar. Lástima.
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