No se puede decir que nuestros chicos y chicas del PP no son modernos. Modernos de pueblo pero modernos, al fin y al cabo. Como muestra de ese apego a la tendencia, de esos deseos íntimos de abrazar lo in y criticar lo out están las innumerables veces que ministros, diputados y presidentes de comunidades autónomas nos han obsequiado con un Harlem Shake. ¿Que las corbatas, mantillas y peinetas no les permiten demostrar todo su garbo en la pista de baile? No hay problema, hacemos unas gárgaras, entonamos, y cantamos eso de "Con los terroristas" hasta en Bruselas.
El último en dar el cante ha sido mi ministro bien amado, Fernández Díaz, el decorador de interiores de esta España que últimamente anda hecha un asco, reciclando muebles de la abuela y abonándose a la TDT en blanco y negro y hasta con NO-DO. Este ministro que tan poco nos merecemos, ha dicho hoy mismo que "el aborto tiene que ver con ETA, pero no demasiado". No ha precisado si es demasiado poco o demasiado mucho. Como un disco rallado ha vuelto a insistir en que los que les llevan la contraria están "con los terroristas", es decir, son simpatizantes de ETA, principalmente porque en el pequeño universo pepero no existe más banda terrorista que la propia. Viene así Fernández Díaz a hacer los coros a otras ilustrísimas de su partido, que no dudan en tildar de terroristas o "partidarios de" a quienes protestan en las calles, practican el escrache o, sencillamente, predican unas ideas que les son ajenas.
Continuando con el infinito desprecio que muestran estos señores de derechas hacia la mujer, mucho me temo que Gallardón, absolutamente rendido a los pies de la Conferencia Episcopal y los grupos pro vida, va a elevar el aborto a la categoría de crimen. Si le dejan, sería capaz de llevarlo hasta el Tribunal de la Haya. De poco vale que peligre la vida de la madre, su salud física o psíquica, o que el feto tenga grandes malformaciones: si Dios ha dicho que hay que parir y con dolor, se hace. Y demos gracias a los recortes en Sanidad por echarnos una manita y quitarnos la epidural.
Con este sinsentido elevado a fórmula legislativa, las mujeres que quieran abortar por el motivo que sea serán consideradas poco menos que asesinas. De ahí imagino el desafine de Jorge Fernández Díaz, para quien esta panda de abortistas, feministas y marimachos, empeñadas en atentar contra la vida humana, no parecen otra cosa que terroristas de manual. Me reiría si no me hiciera tan poca gracia.
Como ya dije en otro post, no voy a posicionarme a favor ni en contra del aborto porque creo que es una decisión individual, en la mayoría de los casos dolorosa, y siempre producto de unas razones muy concretas. Lo importante aquí es que opino que no se arregla nada prohibiendo a los demás que lleven la vida que quieran llevar y que lo único que se consigue construyendo barreras es sembrar la frustración, la ira y el odio (inciso: aquí vendría la dichosa frase de Star Wars que no estoy dispuesta a repetir). De verdad que no logro adivinar qué pretenden ciertas autoridades obligándonos a ir por el camino que ellos marcan, recto en apariencia, tortuoso de facto. Aunque claro, teniendo detrás una educación católica, que ensalza el sufrimiento y premia el remordimiento, uno puede llegar a convertir en maravillosa cualquier aberración que se cometa en nombre del cielo.
Este partido político que no ama a las mujeres (igual que no ama a los inmigrantes, a los parados, a los obreros etc, etc.) es profundamente primitivo e infinitamente machista. Rajoy lo demuestra hasta cuando se pasa la paridad por la barba o elige para su gabinetes a mujeres de dudosa preparación y muy escaso bagaje intelectual. Lástima que siga teniendo frente a él a Esperanza Aguirre, ejerciendo de estricta institutriz y recordándole que las mujeres también podemos sacarles los colores, aunque, como en el caso de la ex presidenta, nos mueva las venganza y la ambición más que la razón o la humanidad.
Odio las prohibiciones carentes de lógica y de sentido común, odio la intromisión innecesaria en las vidas de gente que no te ha causado ningún mal y odio profundamente esta equiparación absurda con el terrorismo que tan a gusto practica el PP. Lo aborrezco porque es injusto y absurdo, porque demuestra un profundo e inmerecido desprecio y porque convierte un doloroso problema en algo superficial, en un insulto tabernero que ofende, aunque acabe denigrando a quien lo dice.
He leído que las redes sociales están en pie de guerra con Gran Hermano tras echar a una concursante que bromeó con acudir a una manifestación que defendiera la vuelta de ETA. La chica pidió perdón inmediatamente, pero la Asociación de Víctimas del Terrorismo exigió su expulsión y Mediaset se plegó a sus requerimientos, imagino que para no perder ingresos publicitarios. Sinceramente, creo que estas salidas de tono de Fernández Díaz, Cospedal, Floriano y el resto de la banda, también merecería el que fueran expulsados de sus poltronas. Pero, claro, supongo que las asociaciones de víctimas no estarán por la labor de protestar ante aquellos que bien les quieren. ¿Hipocresía? Haberla hayla.
Así que mientras se preparan leyes que dinamitan nuestros derechos con alevosía, los señores y señoras del PP tienen vía libre para seguir dale que te pego al Harlem Shake y acusarnos de estar "con los terroristas" desde el Parlamento, la casa del pueblo o la pantalla de plasma. Y los demás, a seguir bailando.
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