martes, 1 de noviembre de 2011

We are the champions

Pues sí. Somos los más mejor. Además de nuestros triunfos sin parangón en fútbol, baloncesto, tenis y hasta natación sincronizada, España es campeona en al menos otras dos disciplinas de pareja relevancia internacional: el cabreo supino y las cifras del paro.
En lo primero, somos tan expertos y se nos da tan sumamente bien que hasta lo hemos exportado. Y con mucho éxito, he de decir. Ahí están indignados de medio mundo echando el bofe para emular a sus colegas españoles. Y estoy segura de que harán un buen papel en las formas, pero en el fondo no hay quien nos supere a mosqueo y enfado supino. En eso somos campeones por bastantes cuerpos de ventaja.
Respecto a lo segundo, nos hemos colocado al frente del top ten europeo y amenazamos con pulverizar los registros de cualquier otro país que ose plantarnos cara. Nos acercamos a los cinco millones de parado y subiendo. A ver quién tiene las narices de gestionar peor el empleo para superar semejante desbarre.
Nuestros políticos, modestos de natural y que tampoco quieren llamar mucho la atención internacional (es lo que tiene no saber idiomas) están ahí, erre que erre, intentando bajar el número que nos ha convertido en campeones del absurdo. Ahora que se acercan elecciones volvemos a escuchar, cual disco rallado, lo que venimos oyendo desde hace meses: hay que contener los sueldos, apretarse el cinturón y, sobre todo, hacerlo con una sonrisa por el bien común. Por los cojones diría yo. Siempre desde el respeto, lógicamente. De tanto apretarnos el cinturón se nos ha hecho ya una hernia ahí, a la altura de los intestinos, que nos tiene estrangulados. Mientras políticos, banqueros y otros ricos del montón se obsequian a sí mismos con prebendas y subidas de sueldo (las creerán merecidas, faltaría más), los de a pie nos vemos obligados a recurrir a la alquimia e, incluso, a la magia negra, para sobrevivir sin mayor sobresalto.
Rubalcaba, en un alarde de sensatez, ha dicho que con la austeridad no vale. Hay que aplicar medidas que estimulen el empleo. ¿Cuáles? No sabemos. Hemos oído que quieren negociar la rebaja del pago a la seguridad social en los nuevos contratos, para que estos cuesten menos, y estimular así el empleo joven. Bueno... no está mal. Pero ¿qué pasa con los padres de estos jóvenes a quienes tanto apetece estimular? ¿Esos hombres y mujeres, rondando los 50, que, de un día para otro, se han visto en la calle con una mano delante y otra detrás? ¿Alguien está dispuesto a contratarlos para que vuelvan a tirar del carro familiar? Imagino que, llegado el caso, sería mucho más ejemplarizante y económicamente viable fichar a sus retoños por sueldos que no alcancen los 1.000 euros ni mirándolos con prismáticos. En fin...
Cayo Lara, que está en todo el hombre, obsesionado por caer simpático a las hordas del 15M, se ha destapado con un "prometo crear tres millones de empleos en tres años". Y se ha quedado tan ancho. Se ve que es de los que les duele la cara sintiéndose tan guapo. Vosotros diréis, "¿cómo va el señor Lara a cumplir semejante promesa?" "¿Multiplicando los panes y los peces?" Pues va a ser que no, porque Lara, lo que es con la Iglesia, no se lleva. A lo mejor, a lo que aspira es a jugarse el déficit de España en un molón casino de Las Vegas... De todas formas, como no ha comprado papeletas para ganar las elecciones, puede prometer lo que quiera. Luego dirá que es que no le habíamos votado...
El otro día, echándole un vistazo a la cosa alemana, recordé que a los germanos les entra un tabardillo cuando sus cifras de paro superan el 7%. De hecho, antes de despedir peña, prefieren reducir horarios. Pensemos qué empresa alemana afincada en España emplea actualmente esta política. Aquí se nos vende que el despido es más necesario que el comer y la única arma para poder salir de la crisis que nos tiene agarrados por los huevos. Hala, un montón de capital humano tirado a la basura y familias enteras al borde del umbral de la miseria o, lo que es lo mismo, pan (rancio) para hoy y hambre (canina) para mañana.
Y es que sí, en eso también somos campeones del mundo: en tomar medidas sin sentido, sin reflexionar y sin calcular el futuro de los damnificados. Primero actuamos y luego, si eso, ya pensamos. Animalicos...

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