sábado, 13 de agosto de 2011

Zombi life

De todas las criaturas de ultratumba, las que me merecen mayor respeto son los zombies. Sobre todo porque pienso que existen en su forma más científica. De hecho, en los documentales sobre ceremonias vudú celebradas en Haití se intuye que ahí hay tomate. No solo eso; reputados investigadores han certificado que, efectivamente, estamos ante una especie de muerte en vida asociada con sustancias que se manejan en dichas ceremonias. En resumen, todo mi respeto hacia los zombies y sus allegados.
De lo otro, de los muertos vivientes canonizados por el cine, los cómics, la tele y, sobre todo, los videojuegos, solo puedo decir que son muy vistosos y dan mucha risa. Y que si nos paramos a analizar sus patrones de comportamiento no nos aguantan ni medio asalto.
Para empezar, sin tocar las tradiciones de otros países, en España, para escapar del cementerio, hay que hacer un hermoso agujero en una lápida de piedra del grosor de un libro antiguo. Y ya me dirán ustedes cómo lo consiguen estos seres cuyo andar tan poco garboso y hambre canina no parecen indicar que vayan muy sobrados de fuerzas. Si alguien les ha instalado instrumental de Bricomanía para hacerles más fácil la salida una vez despiertos, allá cada cual con sus creencias.
Pero imaginemos que sí, que hay una brigada de chapuzas trabajando a las órdenes de un ente superior que les indica cuándo profanar tumbas a mansalva y sacar los cadáveres a las calles. Lo que no entiendo es ese empeño por devorar carne humana. Vamos a ver: estan muertos. ¡Y los muertos no comen! Ni comen los vampiros ni lo hacen los fantasmas pero, mira por dónde, aquí a los chavales les da por merendarse a los vivos demostrando, de paso, un placer inusual con la casquería.
Tampoco comprendo cómo pueden fulminar a una población entera sabiendo que nosotros corremos más. Y que no todos están para muchos trotes, porque los que llevan siglos difuntos casi no conservan ni las uñas. Sin embargo, ahí los tenemos, meneándose como un bebé de nueve meses con la seguridad que les reporta el que no haya arma química capaz de hacerles frente. Total, ya están muertos, ¿no?.
Por último, no entiendo por qué, pero a los zombies se les atribuye la inteligencia más limitada de todo el universo paranormal. Aun así, en la primera parte del partido, siempre van ganando ellos, imagino que por la mala leche que se gastan (otra cosa que no entiendo; que regresen tan fastidiados del más allá). La mayoría de los combates cuerpo a cuerpo tienen lugar en localiades del interior de Estados Unidos, como en The Walking Dead, pueblos que no conozco y, por tanto, me resulta absurdo hablar del cociente intelectual de sus gentes. No obstante, me parcería ridículo que, de producirse un avistamiento aquí en, pongamos por ejemplo, Montamarta (provincia de Zamora), el pueblo no corriera a sus nuevos inquilinos a bastonazos y hasta con tirachinas, si la cosa se pone complicada.
Dicho lo cual, entiendo que matar zombies con la consola relaje y que bailar Thriller en grupo sea lo más en ciertos botellones, pero estos muertitos que nos han salido de las tumbas, tan poquita cosa, lo que merecen es un poco de conversación, mimo y cariño. Como si fueran familia, vamos.




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