Primero de nada decir que entre baloncesto y fútbol, me quedo con el primero. Porque lo he practicado, porque me parece más emocionante y porque me toca la fibra sensible. Pero lo que quiero analizar no es cuál de los dos deportes es el "más mejor" sino el motivo por el que practicantes y afición de uno y otro son tan diferentes.
No voy a hablar de altura. Eso es obvio. Hagamos un ejercicio de concentración e imaginemos una rueda de prensa orquestada por Pau Gasol y otra por Andrés Iniesta. Vaya por delante que ambos me caen muy bien y representan los valores que considero propios de los deportistas y respecto a los cuales ya me explayé en otra entrada. Pero si nos centramos en los dos, comprobaremos que la forma de expresarse, de comunicar y de transmitir de Pau es mucho más gratificante para el oyente que la de Andrés.
Quizás tenga mucho que ver en ello el origen de ambas prácticas deportivas. Mientras el fútbol es una actividad improvisada, de la calle, el baloncesto sigue apegado a sus orígenes universitarios. Desde el principio fue un deporte colegial, practicado por estudiantes, por buenos estudiantes (nació en Estados Unidos y, en un pricipio, los buenos resultados académicos eran condición indispensable para formar parte del equipo) y dicha herencia todavía hoy parece determinante.
Si hacemos un repaso a ambas ligas en España comprobaremos que, siguiendo la tradición, son muchos más los baloncestistas con estudios que los futbolistas. En parte será porque el primero sigue siendo una práctica asociada a colegios, institutos y universidades mientras el segundo, al margen del impulso que le puedan dar las escuelas, se articula en equipos de barrio, grupos de amigos, etc.
El fútbol esconde algo mágico: la naturalidad, la pelota en los pies, lo inmediato.... El baloncesto tiene mucho de componente familiar. Cuando un niño es pequeño son sus padres o sus hermanos mayores los que le deben acercar a una cancha, inscribirle en un equipo, en algunos casos federarle, etc... La práctica deportiva se convierte así en parte de su formación humana y su educación académica y eso se nota.
A veces, escuchar el discurso de un futbolista es como intentar resolver un jeroglífico: se le supone profundidad en el fondo, pero tienen tanta simplicidad en la forma que es imposible transcender más allá de lo que se ve. Un jugador de baloncesto es otra cosa: un discurso articulado, con "notas del autor a pie de página". Un gustazo, vamos.
¿Y la afición? Esto es como los invitados a una fiesta: hay quien va a pasarlo bien, echarse unas risas y compartir su tiempo de ocio con los colegas y quien va a ponerse hasta las trancas de lo que sea, perder la compostura y acabar en estado comatoso. Que cada cual lo interpete como quiera y actúe como pueda o le dejen.
Seguro que a la hora de analizar todo esto habría que tener en cuenta más variantes, pero los hechos son lo que son. No obstante, no puedo dejar de alabar la la labor del Barelona con su cantera, sobre todo futbolística. La Masía educa en el deporte y en la vida. Basta con oír a hablar a la mayoría de los jugadores surgidos de la factoría y compararlos con otros. Sería deseable que los clubs tomaran ejemplo, aunque reconozco que supodría también una inversión muy difícil de afrontar y que compensa mucho más fichar y explotar publicitariamente durante un par de años a un supuesto crack que gastarse la pasta en educar a un futuro jugador que, a lo mejor, llegada la edad de merecer, solo te sirve para cargar con los balones. Demasiado riesgo, imagino.
Por cierto, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, mi tributo a los campeones:
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