Enhorabuena a todos/todas: hoy es el día del orgullo friki, así que espero que lo festejéis como buenamente podáis: viendo un episodio mítico de Los Roper, emulando a Freddie Mercury en I Want to Be Free o poniéndoos la capa de tuno y saliendo a pegar berridos bajo los balcones más floridos.
A fin de cuentas, que tire la primera piedra quien no se sienta friki en la intimidad. Porque en la vida pública contamos con varios y gloriosos ejemplos: esos políticos, encausados por turbios asuntos de corrupción, que sonríen a sus huestes vestidos de niños de primera comunión; los hipermodernos e hipermodernas capaces de juzgar (mal) a la gente a golpe de vista y convencer a sus acólitos de que el objeto de su desprecio es la encarnación del demonio; esos tipos sin sal ni sangre en las venas, que creen a pies y juntillas en los anteriores y confían en su buen criterio aunque les cueste la ruina emocional y social (en estos momentos me vienen a la cabeza al menos dos); esos locos/locas por el fútbol, el teatro del absurdo, la saga de American Pie o que bailan a escondidas las canciones más rancias de Locomía; la pandilla que ya ha creado hasta su propio huerto en Sol y amenaza con convertir el km 0 en un gran Centro Social Okupa al aire libre (mira que me fastidia decir esto y ojalá me equivoque); Pepiño Blanco en su mismidad... Podría seguir hasta el infinito y llegaría a una única conclusión: todos tenemos un punto extravagante que nos cuesta confesar pero que sale cuando nos desmelenamos y que es parte de nuestra esencia más íntima.
Dice una teoría que la gente que nos cae mal suscita esa reacción porque vemos en ellos detalles de nosotros mismos que no nos gustan. Tal vez nos pasa eso con los que consideramos frikis: nuestro subsconsciente sabe con certeza que en los momentos más "oscuros"o locos somos como ellos o peores. O a lo mejor no tanto, pero nos encantería ser capaces de soltarnos y enseñarle al mundo todo el arte que llevamos dentro y la personalidad tan hipnotizante que nos adorna.
Así que brindemos hoy por nosotros mismos y las rarezas que nos acompañan, que bastante tenemos con lo que está cayendo afuera.
Y un último apunte sobre algo que me despierta cierta desazón. Mi admirado Dani Mateo se pregunta en su Twitter qué le pasa a los señores y señores de Derechas, que hasta cuando ganan tienen cara de cabreo. Lo dicho, unos frikis. ¡Salud!
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