El fotógrafo español Manu Brabo lleva días retenido en Libia por el régimen de Gadafi y lo más curioso es que su caso (salvo excepciones) solo ha merecido una mención en la esquina más remota de algunos periódicos. ¿Razones? El otro día, un columnista apuntaba que la ínfima repercusión pública se debía a que Manu es solo un freelance. No trabaja ni para una gran cadena ni para un periódico de renombre. Se busca la vida en conflictos bélicos y situaciones extremas para poder ganarse el pan. Lo mismo que muchos que no se juegan el físico en el intento.
Esto de no tener padrinos detrás demuestra lo frágil que es nuestra condición. El no ser nadie acaba resultando un lastre. Y lo peor es que no te enteras de lo poco que importas hasta que pasan cosas y tus supuestos amigos huyen de tu lado sin mirar atrás. No creo que esto sea lo que ha ocurrido con Manu. Su caso lo mantiene vivo la gente que le rodea: amigos, compañeros, redes sociales y profesionales con conciencia laboral y social. A fin de cuentas, hace un trabajo mediático y las asociaciones periodísticas son muy suyas cuando alguien vinculado a su mundo sufre represalias de origen político. Pero imaginemos por un momento que, en lugar de fotógrafo, fuera un trabajador de una subcontrata en un gaseoducto o un guía turístico. A lo mejor ni nos enterábamos. Si lo pensamos, nuestra desprotección es enorme, inversamente proporcional al valor de nuestra vida.
Manu, al parecer, está retenido en una prisión militar lo que, dicho así, da miedo y respeto. El régimen de Gadafi le acusa, a él y a otro grupo de periodistas, de entrar en el país sin visado. Tremendo delito, al parecer. Podemos creerlo o no creerlo, pero está claro que se trata de un rehén útil para hacerles bailar el agua a los gobiernos occidentales. Un mercadeo con seres humanos. Un secuestro en toda regla. A Gadafi le hubiera ido de perlas haberse topado con un corresponsal bregado, un rostro popular y admirado, antes que con un fotógrafo freelance, pero son lentejas y el presidente libio se agarra a lo que hay. En la guerra y el amor, ya se sabe.
Me preocupa que nuestros políticos, tan ocupados como están en campañas y elecciones, parezca que pasan de todo. Es una vida, es un compañero y, sobre todo, es un ser humano.
Por favor, no olvidemos a Manu.
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