Tremenda hostia (con perdón) se han pegado los socialistas en las municipales de ayer. Nadie podría decir que no la veía venir. Entiendo sus caras de decepción porque, a fin de cuentas, todos esperamos un milagro en momentos de desesperación. Lo que ya no comprendo tanto es la felicidad en las filas peperas. Vamos a ver, chicos, habéis ganado por deméritos ajenos y no por méritos propios, no sé si tenéis consciencia de ello. Os hubiera dado igual sentaros en una silla a ver la campaña pasar: habríais triunfado por goleada. Nunca una victoria ha resultado tan fácil y tan inmerecida: el ganador ni siquiera ha necesitado jugar para llevarse la copa. Es como meterle un gol a Iker Casillas mientras está cambiándose en el vestuario. Chupado Ahora les toca demostrar si son merecedores de tantos honores. Bueno, y si no, siempre tendrá la culpa el gobierno central, que para eso está ahí, impertérrito ante la petición de elecciones anticipadas.
Me fascina lo ocurrido en la Comunidad Valenciana, con un Camps elegido adalid de las corruptelas por el New York Times y coronado rey nuevamente por sus paisanos. ¿Qué tendría que hacer este hombre para perder unas elecciones? ¿Estropearle el cardado a Rita Barberá? Que Rajoy no permita semejante dislate. También me hipnotiza la imagen de Gallardón en el balcón, un poco de aquella manera y dando la impresión de que entre los suyos ni pincha ni corta. Como diría Harry Potter, "se avecinan tiempos difíciles" para el alcalde.
Y qué decir de las huestes del PSOE, contritas y desencajadas como sin creerse lo que estaba pasando. Cualquier futurólogo de tres al cuarto hubiera pronosticado el desastre, mire usted. Los seres humanos somos así, siempre pensamos que despertamos más simpatías de las que realmente merecemos; que nuestra capacidad de caer bien es infinita; que nadie habla mal de nosotros a nuestras espaldas. Pues no, no y no. Para mayor sufrimiento, los socialistas de Madrid han visto como sus simpatizantes más de centro abrazaban los predicamentos de Rosa Díez y, los más "extremistas" declaraban su amor a Izquierda Unida. No debe de resultar fácil tragar con semejante traición.
Tampoco va a ser nada agradable gobernar una España tan polarizada, pero es lo que hay. Como decía un amigo, los únicos que han escuchado la consigna del "No les votéis" han sido los votantes del PSOE que, por una vez, han actuado como un solo hombre.
Por cierto, me produce cierto resquemor la continuidad de la acampada en Sol. Me esperaba un final grandioso, un cierre digno de las primeras páginas de los periódicos, no una muerte por decadencia. Dicen que prolongan estancia para articular su futuro. Ojalá. No nos defraudéis, chicos. Sois lo mejor que nos ha pasado en los últimos meses.
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