Efectuando una reflexión cinematográfica sobre los desnudos masculinos en el cine, es fácil darse cuenta de que, en cuanto un actor hace amago de enseñar el culo, o directamente lo muestra a cámara, indica que acaba de tener sexo o está a punto de proceder a ello. Eso, lógicamente, no ocurre con las actrices, que enseñan teta, culo y hasta lo más atractivo de sus atractivas entrañas cuando van a cocinar, llamar por teléfono, o tender la ropa. Aquí, el "acto" es lo de menos; lo de más, poner al personal palote.
Cualquier persona que haya visto un mínimo de películas en su vida podría reconocer, por ejemplo, el culo de Antonio Banderas casi entre un millón. En su papel de latin lover para todos los sexos, razas y estratos sociales, el hombre ha llenado metraje con sus, supongo, sensuales posaderas. Pero no es el único: la mayoría recordamos que el exhibicionismo de Kevin Costner llegó a ser un escándalo; incluso sospechábamos que el actor incluía anexos en sus contratos comprometiéndose a mostrar sus traseras partes, por exigencias del guión o por prescripción facultativa; daba igual. También hemos visto el culo de Brad Pitt, Clive Owen y otros varios que, a diferencia de los elegidos para la gloria versión patio trasero, están mejor de espaldas que de frente.
Si teorizamos sobre culos, a poco que nos fijemos, nos damos cuenta de que los tipos con culo bien posicionado son hombres capaces de perseguir objetivos claros, de personalidad importante, persistencia, criterio propio (a veces demasiado) y tercos como ninguno. Los de culo "escurrido", en cambio, son hombres que huyen de los problemas, contenidos, deseosos siempre de mantener una actitud templada, de caer bien y contemporizar con todos, lo que les lleva, en innumerables ocasiones, a obtener el efecto contrario y labrarse fama de "meapilas". Del mismo modo, las mujeres de culo prieto son ambiciosas, liberales, intensas e, incluso, retorcidas. Las de culo generoso serían pasionales, desprendidas, deseables y muy caprichosas. Podéis estar de acuerdo conmigo, pero esta teoría de perogrullo es producto de una observación empírica y deriva de ese dicho que me acabo de inventar y que dice algo así como "el culo es el espejo del alma". Y es que mientras a la cara la podemos maquear, el culo es así, señoras y señores. Tan "así", que no lo podemos ni ver, y más particular incluso que el patio de mi casa ya que, mientras una bofetada en todo el rostro es lo que es, un azote en las posaderas puede no ser lo que parece.
Pasamos mucho de nuestro culo y más del de los demás y así nos va: de culo. Como el año que estamos a punto de despedir, que otra cosa no ha sido, pero conflictivo, un rato largo. Pronto empezarán las revisiones mediáticas de estos doce meses y las necrológicas, no solo de famosos que nos han abandonado, sino de derechos que han desaparecido. Para contrarrestar, tenemos el nacimiento del 15 M, la victoria de la selección de baloncesto, las nuevas democracias árabes (los caminos para llegar a ellas son otra historia), la bonanza de ciertos países de América... y seguro que algunas cosas más que, muy probablemente, me obligarán a recordar, quiera yo o no quiera, en los próximos días.
Días no, sino horas, faltan, por cierto, para el discurso de Su Majestad. Las casas de apuestas ya pagan cinco euros a quien afirme que el monarca menciona a Urdangarín en su discurso y acierte. Personalmente, opino que es más fácil que nuestro rey nos explique los principios de la física cuántica que el que se cague en su yerno en público, aunque albergue muchas ganas de hacerlo en privado. No se puede decir que el sapo que se está tragando (ése que no se convertirá en príncipe ni aun queriéndolo los hermanos Grimm) no lo haya cocinado antes. Nuestra familia real va de culo porque no quisieron o, no pudieron, ir de cara. Así de simple.
Aprovecho para desear felices fiestas a todos los que pierden parte de su valioso tiempo echando un vistazo a este blog. Gracias por ello. Y para 2012, buena cara... ¡y mejor culo!
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