Una de las estampas más navideñas es la de la familia unida, sentados a una mesa llena de opíparas viandas y disfrutando de la apasionante -y cada vez más alegre- conversación de suegros y cuñados. Enternecedor. Al margen de que haya grupos que, en noche tan señalada, traguen bilis por litros, lo que sí es cierto es que solo una ha salido estos días en las noticias: la entrañable familia socialista.
Qué bonito es ver a quienes hace solo unos días compartían mesa, propuestas e indultos tirarse manifiestos a la cabeza que, cual enormes bolas de nieve, crecen hasta dar pábulo a chistes, rencores, manías y otras indigestas costumbres de la cultura popular. Para empezar, Carme Chacón, que va, no ya de lista con cabeza, sino de cabeza de lista, tras lavarse las manos como candidata electoral y dejar así que el que se quemara fuera Rubalcaba, ha impulsado un manifiesto con otros de su panda llamado Mucho PSOE por hacer y que reivindica un ejercicio de crítica interna. Ante esto último, nada que objetar. Tras leer las reflexiones del grupito acerca de la última y oscurísima etapa de Zapatero, otros que no se arrepienten de nada, comandados por Diego López Garrido, enviaron un manifiesto al diario El País, cuyo título, Yo estuve allí, lo dice todo.
Ante esta dualidad socialista, cualquier persona ajena a la política supondría que Zapatero está cabreado como una mona tras comprobar que los niños a los que él prácticamente ha dado de mamar (Chacón, Pajín, Moratinos...) se suben a la parra y le ponen cual hoja de perejil, sino directamente, sí al menos sottovoce. Pero hete aquí que no, que parece que con quien está cabreado es con los otros, los mismos que, en un principio, le defienden. Para mear y no echar gota.
Entre tanto guirigay hasta ha surgido quien, así, con un par de plumas, ha firmado los dos manifiestos defendiendo la autocrítica sin renegar del pasado. Beatriz Corredor, ex secretaria de Estado para la Cooperación ha querido contentar a todos y no ha contentado a nadie, ejerciendo ese papel de moderador en la mesa que, al final, se lleva todas las galletas. Y no me refiero a las de comer.
La estrategia de Chacón, como digo, era imaginable desde el mismo momento que decidió no sumarse a la carrera para ser candidata sin protestar ni rechistar. Sus planes, obviamente, son otros. No debe resultar nada agradable para Rubalcaba ver cómo su otrora más mejor amiga le saca la delantera sin haber corrido una carrera que a él le ha dejado desfondado. Nada que no nos haya pasado a todos, cuando un amigo en el que confiábamos nos traiciona o, directamente, se suma a las filas enemigas. El que lo hayamos visto venir no quita que la realidad nos deje paralizados, pero a Rubalcaba se le presume una mayor capacidad de reacción que la que pueda tener yo, por ejemplo. No me imagino en él una espantada a lo Borrell. Estoy deseando saber qué tiene planeado y, sobre todo, me encantaría averiguar todo lo que sabe y nunca dirá.
Lo que está ocurriendo en el PSOE a nivel nacional me recuerda las batallitas y batallazas de la Federación madrileña, experta en el lanzamiento de concordia y talante a la cara del otro. Los socialistas de la capital siempre han estado a la greña, con los que sus luchas internas por "quítale a aquel el puesto y dámelo a mí" son un clásico que reverdece cada cierto tiempo.
Tanta pelea, a pequeña o gran escala, no hace más que reforzar el sambenito de la izquierda desunida, dividida en mil corrientes, irreconciliable e incapaz de llegar a un consenso. Nada nuevo bajo el sol. Lo que me pasma de todo esto es que, estando como estamos ante, se supone, personas de experiencia política, personalidad firme y categoría moral, no sean capaces de lavar los trapos sucios en casa y se lancen las zurraspas a la cara con la muy estimable colaboración de los medios de comunicación. No será elegante, pero práctico, mucho menos.
Después de ver a unos y a otros luciendo galas y manifiestos y visto que el deseo de año nuevo que pido siempre nunca se cumple, en esta ocasión deseo que se vayan todos a sus casas a disfrutar del turrón y vengan caras nuevas con otras propuestas. El ideario socialista lleva mucho tiempo en manos de dirigentes que no lo merecen, convirtiendo algo grande y hasta hermoso en una cosita pequeña, insignificante y fea. No se trata de asumir o no la herencia de Zapatero sino de entender que su tiempo ya pasó y que las cosas, gusten más o menos, deben ser de otra manera. Es lógico que le critiquen, pero Chacón y compañía también estuvieron allí, les guste o no, y tienen mucho que purgar. No sé por qué, pero me da la impresión de que la autocrítica de que hablan está dirigida menos hacia ellos mismos y más hacia el engranaje del partido sin darse cuenta que precisamente los manifestantes de los manifiestos construyeron ese engranaje. No les vendría mal un período de reflexión alejados de la vida pública. Cuatro años o así.
Al final va a tener razón Alfonso Guerra cuando decía aquello de "vamos a dejar un país que no lo va a conocer ni la madre que lo parió". Qué ojo, Alfonso, qué ojo.
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