Durante un tiempo pensé que ese anuncio donde se destacaba la inteligencia y el avispamiento del español medio, sobre todo a la hora de encontrar gangas, era solo una respuesta a la formación de los ciudadanos de este país en la asignatura de rascarse el bolsillo lo menos posible. Principalmente porque en otros asuntos no habíamos demostrado ni la coherencia ni el talento que se nos suponía para encontrar descuentos, elevar el timo a la categoría de arte y cultivar la economía sumergida cual catedrático de Chanchullos Turbios. Nuestra torpeza ha sido manifiestamente memorable en el ejercicio de los derechos democráticos, donde, en vez de castigar a unos y a otros, sometemos a los primeros a torturas inquisitoriales (no seré yo quien diga que no se lo han buscado) mientras elevamos a otros a los altares, siendo una parte y otra de distintas siglas pero parecido collar.
Sin embargo, el resultado de las elecciones de ayer me ha reconciliado con los de mi especie. La humana, quiero decir. Porque después de pasarnos las encuestas por el mismo forro por el que los españoles solemos pasarnos todos los sondeos, hemos montado un petardeo que ni las fallas de Valencia. Javier Arenas, que ya se veía él muy en su papel de señorito andaluz dueño del cortijo más extenso de España, presumiblemente se va a tener que quedar a verlas venir... otra vez. Y van cinco. Después de que hasta los videntes de las madrugadas televisivas le auguraban al PP una holgada mayoría absoluta, llega el pueblo soberano y con un par de urnas le deja los diputados autonómicos colgando. A poco que se saluden PSOE e IU van a montar una coalición bastante protestona en los bajos de nuestro país. Y me alegro por un par de razones bastante evidentes: primero, porque el PP empieza a entender que por mucho que nos aplique aceite de ricino en los malestares económicos, no nos vamos a sentir mejor y, segundo, porque el PSOE, si quiere seguir chupando de la teta andaluza, se verá obligado a pactar en su feudo, aquel donde hasta la fecha de hoy ha tejido una entretela administrativa donde solo metían mano los afectos al partido. Ruego a los chicos de IU que les enseñen lo que vale una sevillana. Vengaaa...
Pero es que además, van los asturianos y le dan la victoria al PSOE en unas elecciones concebidas a mayor gloria de Paco Alvarez Cascos, dueño del Foro. Vale que haya sido una victoria pírrica, la misma que, seguramente, propiciará un fantástico gobierno de derechas donde Cascos y Rajoy tendrán que jugar a que se quieren y se entienden. Todo eso después de que el primero jurara que jamás de los jamases pactaría con el PP, su antiguo partido que hasta ayer tanto odiaba pero que, mira usted por donde, hoy le haría un traje de saliva. Es lo que tienen las altas historias de la política, que se acaban pareciendo, tal vez demasiado, a las de baja cama.
Ya dije en otro post que no me gustan las mayorías absolutas ni los paseos del vencedor humillando al vencido. Creo que están fuera de lugar. Y no le viene nada mal al PP comprobar que, a lo mejor, los españoles no somos tan tontos y que les estamos vigilando de cerca, a sabiendas de que lo que ayer aupó el hombre, mañana lo puede bajar la masa.
Entiendo el buen ánimo de Rubalcaba pero él, más que nadie, debería saber que no ha obtenido mejores resultados de los previstos por méritos propios, sino por deméritos ajenos. Que, ahora mismo, la saga política en general no es precisamente la más admirada por el pueblo quien, puestos a elegir, prefiere a los chicos de El Padrino, cabezas de caballo incluidas, antes que a muchos y a muchas que ocupan escaños en el Parlamento y cobran estupendas pensiones gracias al trabajo de los ciudadanos que aún conservan su empleo. Por no hablar de los ex ministros con sueldazos del Estado y cargos en la empresa privada, lo cual es de traca. Sobre todo cuando se trata de una ex ministra de Economía encargada de gestionar la crisis. Y no sigo por ahí porque se me subleva el cardado.
En fin, que no ha ido la cosa tan mal y que, a lo mejor, no todo está perdido. Por cierto, enhorabuena a los chicos de IU. Espero que, por una vez, no empiecen a pelearse entre sí tirando por la borda los logros conseguidos. Y a la historia me remito. Que ahora toca hacer, en la medida de lo posible, que tampoco es mucho, política de izquierdas con maneras de derechas, esto es, todos como un solo hombre en aras del progresismo. Crucemos las pancartas.
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