martes, 12 de abril de 2011

Broncas

A algunas personas, el que les echen bronca las hunde; a otras les saca toda la garra del mundo; hay otro grupo al que le cabrea soberanamente y hay a quien, como a mí, le aplatanan. En mi opinión, el abroncador debería de utilizar un poco de psicología al sacar lo mejor de sí mismo. Y hablo también por una servidora, porque todos nos hemos puesto alguna vez en ambos lugares, víctima y verdugo.
Es de miserables enfadarte con alguien cuyo estado psicológico roza lo lamentable. Pero a ver quién es el guapo que le canta las cuarenta al que va de sobrado. Adoptar una actitud apocada y hudiza atrae sobre ti todos los males del apocalipsis y a seres del inframundo que, en un estado normal, ni se te acercarían.
La moral católica aboga por el portarse bien para no desencadenar la ira ajena. Yo creo que, visto lo visto, lo mejor es levantar la cabeza, presumir de cuello y mirar a todo el mundo por encima del hombro. Aunque no tengas motivos. Todos te criticarán, pero por la espalda. A nadie se le ocurrirá gritarte en la cara tus miserias porque si te haces el gallito, por algo será. Y no vaya a ser que sueltes tu mala leche desde esos centímetros de más que te han crecido de repente. De la noche a la mañana pasas a ser algo peligroso.
Yo soy más del diálogo con los conocidos y de enfados monumentales con los íntimos. En cuanto a los primeros, aguanto la mala leche del de al lado con resignación cristiana, porque otras de las virtudes de los broncas es que no escuchan. Escupen y luego se van. Y hay que tener mucha frialdad para escupir a alguien con el que jamás te has tomado una caña. Y respecto a los enfados con los íntimos, bueno, el roce hace el cariño.
Lo mejor para soportar broncas que ni te van ni te vienen o sea, que directamente te la soplan: poner care de "pena jonda" y aguantar el chaparrón mientras te preguntas a cuánto está el kilo de tomates o resuelves la paradoja de Fermat. Eso sí es control mental y no lo que practica el amigo prota de El Mentalista. Y esperar el momento de la venganza, que tampoco es muy cristiano pero sienta... divinamente.

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