domingo, 3 de abril de 2011

No voy a hablar de Zapatero

Con todo lo que se ha mencionado el nombre de Zapatero desde ayer debería dedicarle la primera entrada de mi blog, pero va a ser que no. Hoy se me han caído los palos del sombrajo viendo como un niño de ocho años sabe hacer un Power Point con un dedo y a esta que suscribe le cuesta lo indecible colgar un comentario en Twitter. Soy de lo más antiguo. Cuando quiera subir una foto voy a tener que apuntarme a un Master de Relaciones Internacionales.
Podría decir que la culpa no es mía, sino de la tecnología. Y sobre todo de Steve Jobs y esa manía tan suya de actualizar las cosas cuando su último lanzamiento apenas se ha convertido en Trending Topic. Él va a la velocidad de la luz y yo a la de las cosas en España: lentas e inseguras. En fin, que se me pasará el cabreo. Que mañana es lunes y seguro que tendré más motivos para ponerme al borde del ataque de nervios. Bueno, le quitamos eso de "al borde" y lo dejamos solo en ataque de nervios.
Por cierto, volviendo al gran hombre que da título a esta primera entrada de un blog que a buen seguro solo seguirá quien lo escribe, entre Rubalcaba y Chacón como candidatos presidenciales, me quedo con Pocoyó. Por innovar, más que nada. Y si la suerte de este país y de esta democracia tan bipartidista y tan engañosa que tenemos dependiera de las decisiones del partido socialista (con minúscula me gusta más), yo propondría a Patxi Lopez. Un tipo que hace las cosas sin ruido pero las hace. O al menos en la distancia se ve de esta forma.
Por cierto, mi entrada de hoy en Twitter hubiera sido: "Cuando te hablan bien de una persona, enhorabuena: será mejor. Cuando te hablan mal, prepárate: será peor. Cuando no te hablan ni mal ni bien, huye: será un infierno". Seguro que me he pasado de los 140 caracteres...

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