Auténtico: acreditado como cierto y verdadero por sus características. Así define semejante "palabro" el diccionario, con lo que lo lógico sería pensar en auténtico como asociado a algo más, "un documento auténtico", "un auténtico tostón", etc... Y, sin embargo, resulta más que evidente que el uso generalizado del vocablo se refiere a las personas. Cuando decimos que alguien es auténtico, le estamos haciendo padre (o madre) en el sentido más épico de la palabra. Hay pocos elogios que se puedan comparar en galanura a lo que la palabra encierra de bonhomía. Es auténtico porque es de verdad, una persona confiable, leal, firme en sus convicciones, sincera... una joya, vamos.
El problema viene cuando nosotros mismos nos otorgamos este calificativo, así, sin pudor alguno. Somos auténticos porque nos sentimos capaces de decir las cosas a la cara. En mi opinión, nos creemos tal al vernos en posición de "gritar" insultos mientras mantenemos el rostro de cemento armado. Agarrar a cualquiera y ponerle de vuelta y media sin razón aparente, con malos modos y peores propósitos, es ser auténtico. Criticar a un tercero a sus espaldas, haciéndole un traje en el empeño de sacar punta a sus defectos y tejer su reputación a base de injurias y calumnias, es ser auténtico. Tener gustos ultra modernos, tanto que rocen el frikismo más patético, es ser auténtico. Y no sigo porque me pierdo.
En mi bendito pasotismo de ciertas cosas y personas, creo que quien se define a sí mismo como auténtico es porque sabe que no lo es. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Nos encontramos ante una de esas extrañas virtudes que desmerecen una barbaridad cuanto más insistimos en adjudicárnoslas, sobre todo porque nos otorgamos semejantes calificativos para dotarnos de la sabiduría, el saber estar y la valía que envidiamos en otros mientras ensalzamos su hipocresía. ¿Por qué? Porque son unos falsos.
Siempre me ha llamado la atención que, en determinados concursos, lo peor que se le puede decir al contrario es que es un falso. Volviendo al diccionario, falso significa engañoso o fingido. Si en un concurso, sobre todo de los llamados de telerrealidad, vamos a engatusar al público y a los compañeros, dispuestos a jugar una partida de mus a gran escala, intentando ocultar las cartas y manejar a los contrarios para que faciliten nuestra estrategia, el ser falso viene de serie, porque si no intentaras ser falso, en lugar de hacer el moñas en la tele estarías, yo que sé, entonando mantras en un monasterio tibetano. De acuerdo con que fingir no está bien, pero cuando te pagan por ello, digo yo que el defecto se convierte en virtud. Y de las más codiciadas.
Volviendo a lo auténtico, me molesta mucho la gente que abusa de ciertas cualidades como si el insistir en ellas le garantizara la posesión de las mismas. Siempre he pensado que el que más grita no tiene por qué llevar razón y que el que dice que es sincero no tiene por qué no mentir (de hecho, ¿quién te asegura a ti que no te la está metiendo doblada al pronunciar esas palabras? ¿Eh?). Resulta muy tentador creerse en posesión de virtudes que los demás no logran entrever por mucho que nos miren en 3D, lo cual implica que, o tenemos un concepto equivocado de las mismas o, directamente, carecemos de ella. Una vez más, los actos de cada uno valen más que sus palabras, como cuando alguien se jacta de llamarte amigo y tarda cero coma en traicionarte de la manera más burda; o se enorgullece de su lealtad cuando sabes positivamente que se pegaría hasta restregones si pudiera con el enemigo, etc... Las posibilidades son infinitas.
Me gusta la gente auténtica, pero la que yo creo que es auténtica de verdad. Personas capaces de hablar más de los demás que de sí mismos, de formular sus pensamientos sin elevarlos a la categoría de dogma, de no alardear de hazañas que no son tales, de no disfrazar su cobardía de atrevimiento y de no llamar falso al de al lado simplemente porque es capaz de decirle a la cara, y sin aspavientos, lo que menos le gusta oír. Personas así son un tesoro y una fuente de buena fortuna para quien tiene la suerte de encontrarlas. Que el destino me libre de los auténticos de bote que de los falsos, si eso, ya me libro yo.
Y no me resisto a enlazar un vídeo, pues eso, de lo más auténtico.
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